La mirada sobre Pedro (Carola Minguet, Religión Confidencial)

La mirada sobre Pedro (Carola Minguet, Religión Confidencial)

Noticia publicada el

La mirada sobre Pedro (Carola Minguet, Religión Confidencial)

En una sociedad global postcristiana, incontestablemente secularizada, surge la pregunta de por qué el mundo está tan pendiente de Roma estos días. No obstante, es el mundo y no es el mundo quien anda vigilante. Y llama la atención, sin llamarla.

Al mundo le interesa la Iglesia por el significado que le otorga: económicamente, es una multinacional; filosóficamente, un sistema de pensamiento; internacionalmente, aglutina a mil cuatrocientos millones de habitantes del planeta... aunque no es nada de eso. De hecho, podría tirarse de otros tantos adverbios y no se alcanzaría a describirla.

Por otro lado, muchas personas viven su día a día sin inmutarse por el cónclave, lo que da que pensar que no es al mundo, sino a los medios de comunicación, a quienes atrae la institución. Y esto ocurre por distintas razones. Una es su relevancia social, que justifica una cobertura proporcionada al alcance del fallecimiento de un papa (que además es jefe de Estado) y de la elección del siguiente. Otro motivo es que venden mucho las intrigas, estratagemas, polémicas o cálculos políticos, que tantos periodistas dibujan (o emborronan) al cubrir la información vaticana: los abusos, las finanzas, los cardenales supuestamente divididos… tienen su expectativa, su interés y su negocio. Hay otros argumentos, más difíciles de exponer, como tratar de influir en las autoridades eclesiásticas, tentarlas a golpe de titulares, análisis y perfiles periodísticos, pues a muchos sectores les encantaría que la Iglesia cambiara su posición sobre determinados asuntos.

Pues bien, según se entiende la Iglesia, se ajustan las lentes para observarla. En este sentido, cabe plantearse cómo está siendo la mirada de muchos católicos durante estas horas, concretamente, sobre su cabeza.

Unos siguen enredados en expectativas distorsionadas, precisamente, por compartirlas con el mundo. Otros, encizañados, como los medios de comunicación, en divisiones que, si bien se presentan como nuevas en expresiones, intensidades o coloridos, en realidad son bastante antiguas. En la Iglesia hay intrigas y politiqueos, pero no sé por qué sorprenden. Lean, si no, los Hechos de los Apóstoles. Se produjo una tirantez tal entre Bernabé y Pablo que cada uno decidió ir por un lado. Antes, Pablo la tuvo también con Pedro, y se quedó solo evangelizando el Mediterráneo.

No pretendo, con este ejemplo, que seguramente no sea el más acertado, relativizar las tensiones, sino enfocar la mirada en la dirección que lleva a reconocer que es Cristo quien gobierna la Iglesia. Y a aceptar que Cristo ha querido contar con un vicario en la Tierra, que es la persona que Dios designa a través de la elección de los cardenales, y que se ha llamado Francisco hasta pasado el 21 de abril, Benedicto XVI hasta el 11 de febrero de 2013, Juan Pablo II hasta el 2 de abril de 2005 y, desde el pasado 8 de mayo, León XIV.

Ahora bien, en el cónclave se da la realidad de la encarnación, es decir, la realidad de las cosas de Dios en la realidad de las mediaciones humanas, con todo el peso que eso tiene. Con todas las consecuencias. Tanto es así que, como reconoció con sencillez el cardenal Joseph Ratzinger mirando lo sucedido a lo largo de la historia, ha habido papas a los que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido. (Abro un inciso: se puede vivir atento o desoír la mediación divina seas sacerdote o madre de familia; estés en la Capilla Sixtina votando al obispo de Roma o en un aula enseñando a los niños matemáticas. Es lo que tiene ser libre). Ciertamente, ha habido pontífices santos y otros que no; pero, incluso entre los primeros, ninguno ha agotado la totalidad de la vicaría (y mucho menos del representado) y, entre los segundos, se ha dado el hecho sorprendente de que algunos personalmente pobres cuenten con obras valiosas inspiradas a través de su ministerio.

Entonces, ¿cómo es la mirada sobre Pedro? Puede ser la del mundo y, en un afán de controlar, tratar de materializar el cargo para poder atraparlo. Puede ser la de tantos medios de comunicación y reducir al pontífice a una tendencia, sección o bando. Puede ser, también, una mirada que lleve a reconocerlo como el instrumento que Dios ha elegido para llevar el nombre de Cristo a todos los pueblos y reyes de la Tierra, a quien mostrará lo que tiene que sufrir por su nombre.

Ya lo iremos conociendo (y, quizás entonces, queriendo, pues solo se ama lo que se conoce), pero parece que esta última mirada es la de la persona del nuevo papa, no sólo por las palabras que ha ido pronunciando estos días, sino por los gestos que no ha escondido. A lo mejor sus lágrimas contenidas tras su elección no eran sólo de una emoción comprensible, sino porque sabe que le ciñe otro y le llevará a donde nadie quiere ir.

Por otro lado, su saludo inicial ha sido el de Cristo Resucitado a sus discípulos. En la homilía de la primera misa que ha presidido como pontífice ha reconocido que "Cristo es el único Salvador". En su discurso ante el Colegio Cardenalicio ha apelado a obrar "bajo la guía del Espíritu y de la Tradición" y ha exhortado a los pastores a estar “atentos a la voz de Dios más que a las corrientes del mundo". Su esperanza es que “el mal no prevalecerá”. Parece, por tanto, que León XIV mira donde debe mirarse; sobre todo, a quien hay que mirar.

Personalmente, me quedo con esto, no con etiquetas, futuribles ni proyecciones mundanas que se están vertiendo sobre él desde el primer segundo de su pontificado, mientras se disparan las teorías sobre cómo se fraguó la mayoría para lograr el papado, a la vez que algunos pretenciosos le ponen deberes. Igual es ingenuo, pero, en estas horas históricas, renuncio a la sospecha y a los disparates. Prefiero mirar, agradecida, al sucesor de Pedro.

Calendario

«mayo de 2025»
lu.ma.mi.ju.vi.sá.do.
2829301234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930311
2345678

Opinión y divulgación