El PSOE y la mujer (Carola Minguet, Religión Confidencial)
Noticia publicada el
martes, 15 de julio de 2025
Por razón de los últimos escándalos que azotan al PSOE, hay quienes critican estos días la hipocresía de esta formación con la mujer. De hecho, según los últimos sondeos, los socialistas están sufriendo una fuga de votos, especialmente femeninos. Estar decepcionado por dirigentes de esta calaña es natural, pero no sé si es acertada la crítica, pues los sórdidos y detestables episodios de prostitución y acoso, aunque hayan sucedido en el espacio político, son responsabilidad de quienes los han propiciado, cometido y encubierto; la culpa es individual. Por otro lado, conviene ser humildes y reconocer, si uno está de pie, que puede caer. Si bien escandalizan los pecados de los demás, cada uno debería tener bastante con los suyos.
Lo que sí puede achacarse a nivel de partido -más aún, de Gobierno- son las políticas progresistas diseñadas para enarbolar un feminismo más sustentado en la provocación de conflictos que en el remedio de desigualdades, como señalaba el otro día un editorial del diario ABC. Ejemplos de ello son la denominada ‘identidad de género’ para despojar a la mujer de su condición biológica y transformarla en el resultado de un mero acto de voluntad personal; la nefasta ley del ‘solo sí es sí’, por la que se siguen rebajando condenas y excarcelando a violadores a la vez que se considera a los hombres como potenciales maltratadores; también la turra de protocolos y cursillos de nuevas masculinidades que dividen y generan animadversión entre sexos (además de que es absurdo diseñarlos partiendo de estereotipos como el sistema patriarcal opresivo y la masculinidad tóxica, pues afortunadamente no son compartidos ni están extendidos).
De otra parte, si bien hay demandas feministas razonables, algunas medidas como beneficiarse de ciertas discriminaciones positivas por aquí y por allá no resultan serias. En lugar de estas cuitas y de dichos parches debería atenderse a cuestiones como los problemas laborales cuando se quiere priorizar la vida familiar sin despreciar la profesión. Y, por supuesto, insistir una y otra vez en la educación desde la infancia (por cierto, en el ámbito educativo también debería atenderse a las peculiaridades femeninas y masculinas, pues somos diferentes).
De todas formas, lo que más molesta es que se utilice a la mujer como coartada o bandera política, además de que está desfasado. La identidad femenina no va de colores ni cabe en esta dialéctica. No tiene ningún sentido convertir en un tema de tratamiento social y cultural a quien es autora de esta agenda social y cultural, por así decirlo, junto con el hombre. La cultura es el cultivo de la naturaleza humana y la labramos los hombres y las mujeres. Sin hombres y mujeres no hay cultura. ¿Cómo se puede decir que una parte de la cultura es la reivindicación de la mujer? Es disparatado. La mujer no es un tema ni un objeto; es artífice y sujeto, junto con el varón, de la cultura.
Así pues, hay que ir a un nivel más profundo y reivindicar, antes que nada, una sana relación entre hombres y mujeres. El otro día, Víctor Manuel, un clásico de la izquierda progresista junto con su esposa, Ana Belén, hizo una declaración interesante. Al ser preguntado sobre su prolongado y estable matrimonio, expresó que siempre ha tenido muy claro que su unión es provisional. Quizás fuera otra la intención del cantautor, pero si se interpreta desde la realidad de que somos frágiles, vulnerables, con la certeza de que hay que cuidar el vínculo, estoy de acuerdo. También la filósofa feminista Amelia Valcárcel, en una entrevista reciente en el XL Semanal, con razón del premio de pensamiento que esta publicación le ha concedido, agradecía por encima de cualquier reconocimiento a su dilatada carrera los cincuenta años de unión que ha celebrado con su marido (también confesó que había priorizado su trabajo a la maternidad, pero es normal; cada uno actúa en función de la palabra que ha recibido).
¿Conclusión? La relación entre los hombres y las mujeres se ha de custodiar y nos hemos de ayudar porque somos complementarios, se vote a la izquierda o a la derecha. Así pues, estos episodios nefastos que han protagonizado algunos políticos, o las propuestas de feminismo incongruente del PSOE, quizás puedan ser ocasión para reivindicar esta antropología adecuada y realista. Una vez más.