“Al rato de terminar la misa, los terroristas entraron en el pueblo y mataron a trece cristianos”

Kenneth Ioabuchi, sacerdote nigeriano

“Al rato de terminar la misa, los terroristas entraron en el pueblo y mataron a trece cristianos”

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“Al rato de terminar la misa, los terroristas entraron en el pueblo y mataron a trece cristianos”

La Universidad Católica de Valencia (UCV) presentó recientemente el Informe de Libertad Religiosa en el Mundo que realiza de manera bianual la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, de sus siglas en inglés). Los datos del mismo son demoledores: los ataques alrededor del mundo al libre ejercicio de las propias creencias se han triplicado en tan sólo dos años.

Uno de los países más afectados por esta problemática es Nigeria, nación del África subsahariana en el que más de 50.000 cristianos han sido asesinados por su fe en los últimos 14 años a manos de los terroristas islámicos de Boko Haram y de la etnia nómada fulani, de credo musulmán. Algunos de los crímenes más recientes se produjeron en plenas celebraciones navideñas en Plateau, estado situado en el centro de Nigeria, cuando islamistas radicales dieron muerte a unas 300 personas en un ataque contra las comunidades cristianas de 26 aldeas.

Gran conocedor de este drama humano que parece irresoluble es Kenneth Iloabuchi, sacerdote de la Diócesis de Cartagena-Murcia, que llegó hace más de veinte años a España procedente de este país centroafricano. Iloabuchi ha sido uno de los ponentes que ha presentado el Informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada en la UCV.

Kenneth, ¿cómo vive desde la distancia lo que sucede en su país?

Con mucha preocupación, es una situación horrible. Antes los cristianos y los musulmanes del norte de Nigeria convivían casi sin problemas. Por ejemplo, estudiaban juntos en el colegio y en la universidad, pero eso se acabó. Pocas escuelas permanecen abiertas ante el peligro de que se presenten allí los terroristas de Boko Haram o de los fulani para secuestrar a los niños, y después pidan rescates millonarios por ellos.

Estos terroristas creen que la educación occidental es pecado y quieren borrar cualquier huella de su existencia. Piensan que están en una guerra santa, y por eso asesinan a los cristianos, principalmente a los católicos, y ahora están empezando a matar también a musulmanes que están en contra de lo que hacen.

¿Su familia reside en esa zona?

No, somos del sur, pero mi hermano mediano sí que vive en el norte con su mujer y sus dos hijos. Tiene su negocio allí, todos sus clientes, su vida está en aquel lugar. Mi hermana mayor, que es viuda, también vivía en la zona conflictiva, pero ha regresado a mi pueblo; ya no podía más. Sus hijos se han quedado porque algunos están estudiando y una está trabajando.

¿Les visita con regularidad?

Voy todos los años, sí. A verles y a apoyar un poco a los cristianos del norte.

Supongo que un presbítero debe extremar las precauciones en esa parte de Nigeria.

Te cuento algo que me pasó hace tres años, cuando visité a un cura de mi pueblo que está en el norte. Un sábado me pidió que hiciese la misa de la tarde en su parroquia, pues él tenía que irse a celebrar a otro lugar. En mitad de la eucaristía se acercó el sacristán para decirme que habían recibido un aviso de que los terroristas iban a llegar al pueblo para matar cristianos. Al principio creí que me lo decía de broma, luego me asusté muchísimo. Unos feligreses me explicaron que nunca les había dado tiempo a terminar una misa por miedo a los terroristas.

Agunos de ellos habían recibido aquel mensaje hacía ya un rato, pero no se habían ido de la eucaristía, sino que habían permanecido allí cantando, bailando, alabando a Dios. Así que me dije a mí mismo: «¿Como no voy a acompañar a esta gente siendo sacerdote?». Terminé la misa como se dice en España, “súper acojonado”, -perdona la expresión- pero la terminé. Sin embargo, sobre las diez de la noche, estando ya el párroco en la casa conmigo, sonó su teléfono y nos dijeron que los terroristas habían entrado en una parte del pueblo y habían conseguido asesinar a trece personas en otra iglesia. Al día siguiente estuvimos en el entierro de todas ellas.

Resulta sorprendente saber que los cristianos de esa zona no hayan huido en masa a otras partes del país.

Están dando un gran testimonio de fe. Después de esos trece asesinatos, los católicos de ese pueblo volvieron al mismo lugar que el día anterior para celebrar la misa. Allí me di cuenta de que, a pesar de la persecución, los radicales no van a conseguir apagar la fe cristiana.

El papa Francisco ha recordado en varias ocasiones que los mártires son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos de la Iglesia. Los cristianos de su tierra de origen son un claro ejemplo de ello, ¿no?

Así es. Los cristianos de Nigeria no renunciarán a su fe, como se está viendo en tantísimos secuestros que terminan en asesinato, por ejemplo. A veces los terroristas exigen a los secuestrados que renieguen de su fe, que consideran blasfemia, si quieren salvar su vida. Ellos les contestan que no, que en la vida y en la muerte seguirán siendo cristianos.

El papa Benedito XVI dijo en 2011, durante su visita apostólica a Benín (país limítrofe con Nigeria en su parte más occidental) que en este nuevo siglo estamos viendo una cantidad de mártires que no podíamos imaginar y que el continente de África se ha convertido en el lugar donde los cristianos están dando gran testimonio de la fe con su sangre.

Dejando a un lago el aspecto martirial de las matanzas, ¿cree posible una solución a corto o medio plazo que parta del Gobierno de Nigeria?

Los políticos son totalmente incapaces de controlar la situación ahora mismo, te lo aseguro. Para que te hagas una idea, Boko Haram se ha infiltrado en el Ejército del país y cuando se prepara un plan de ataque para liberar rehenes, al día siguiente o el mismo día los terroristas ya tienen toda la información. Además, si el Gobierno estuviera de verdad dispuesto a luchar contra los terroristas que están haciendo la vida imposible a sus ciudadanos podría pedir ayuda exterior y trabajar para la consecución de la paz y la estabilidad del país, pero es que ni siquiera están preparados para eso. Hasta ahora, la situación sólo ha empeorado.

¿No tiene cabida, por tanto, la esperanza?

No quiero decir que no exista ya esperanza, siempre la hay. Soy una persona muy optimista y pienso que Dios puede cambiar la situación en cualquier momento, pero, a la vez, creo que debemos estar decididos en la búsqueda de la paz, la estabilidad y la justicia, para que el mismo Dios nos ayude. Y eso ahora no se ve mucho ni en Nigeria ni en el resto del mundo. Es más, se hace lo contrario, que es vender cada vez más armas.

¿A qué se refiere?

En Nigeria hay más de más de 200 millones de habitantes, pero no existe ni una sola fábrica de armas. ¿De dónde sacan tantísimas los terroristas? Por un lado, de países como el Congo, Somalia, Burundi, Libia o Sudán, donde ha habido muchas guerras, y, cuando han finalizado, se ha empezado a traficar con el armamento. Por otro lado, los países fabricantes necesitan vender para enriquecerse y todas esas municiones, metralletas, pistolas, tanques… acaban muchas veces en las manos menos adecuadas.

Si en España no vendiésemos armas, los terroristas de Nigeria y muchos otros no podrían comprarlas. Por desgracia, estamos entre los países que más exportan, junto con Estados Unidos, Francia y Reino Unido; así que hay muchos intereses detrás de las guerras. No olvidemos que algunos países occidentales no van a África a fomentar la paz, sino simplemente a saquear sus recursos naturales y a vender armamento. En lugares donde muchas personas no tienen ni siquiera una educación básica, la circulación de armas es muy peligrosa y acaba en tragedia.

Se explica usted como nigeriano y se indigna como español.

(Ríe un poco) Pues sí, es que también lo soy. Tengo 43 años y salí de Nigeria con 18. Por eso me molesta que aquí hablemos tanto de los derechos humanos, mientras escondemos la maldad de lo que está pasando con la venta de armas. No estamos a favor de las guerras, pero las facilitamos; igual que facilitamos que en Nigeria los terroristas secuestren, torturen y maten a personas inocentes.

Además, los conflictos y persecuciones han provocado que ahora existan más de 120.000 refugiados cristianos, forzados a salir de sus lugares de origen en el norte del continente. Si los terroristas siguen triunfando en África eso afectará a Europa, y no sólo porque miles de personas querrán escapar. Hablamos mucho también de la inmigración, pero no nos ocupamos de la raíz del problema. No queremos saber lo que está ocurriendo en el continente de al lado.

¿Qué siente usted cuando se habla de los inmigrantes en España?  

Cuando oigo cosas como que no necesitamos más, siempre le digo a la gente justamente eso, que en España y en Europa tenemos que trabajar para que la vida en los países africanos sea mejor. De lo contrario, tendrán que seguir saliendo de sus casas para buscarse el pan. Aunque construyamos vallas altas, aunque levantemos grandes murallas, siempre habrá quienes conseguirán saltarlas si lo necesitan para salvar su vida.

Usted habla desde la experiencia, si no me equivoco.

Efectivamente. Ahora soy el párroco de Cristo Rey, en Lorca (Murcia), y capellán en el Hospital Rafael Méndez, pero yo llegué a España en patera con 21 años.

¿Qué recuerdos tiene de todo aquello?

Bueno, después de estudiar el bachillerato en mi país un amigo me sugirió ir a Londres a buscar un futuro mejor y quizás, estudiar más. Le pedí permiso a mi madre para hacerlo y ella me dejó. Conseguir un visado es muy difícil y, buscando información, nos indicaron la posibilidad de llegar a Europa a través de Marruecos, porque España necesitaba inmigrantes y era muy fácil entrar.

Reunimos el dinero y fuimos a Marruecos en avión para intentar llegar a España, pero nada más aterrizar nos deportaron a Argelia. Nos habían dicho que tardaríamos una semana en cruzar la frontera, pero estuve en Argelia más de ocho meses y, tras regresar a Marruecos andando durante tres semanas por el desierto, me tocó quedarme allí casi dos años. Finalmente, un día logré salir en patera hacia España. Íbamos dos juntas. A nosotros nos rescataron en medio del mar, pero la otra barcaza no lo consiguió, se hundió en el Atlántico y murieron el resto de compañeros. Así comenzó mi vida en este país, al que llegué en el año 2000. Cinco años después discerní mi vocación con el acompañamiento de un sacerdote y, bueno, aquí estoy.

Si quiere, podemos acabar la entrevista invitando a los lectores a colaborar con entidades como Ayuda a la Iglesia Necesitada para echar una mano a los cristianos de Nigeria y de otros lugares.

Me parece fantástico, pero antes de pedir nada quiero agradecer con todo mi corazón la gran labor que ACN está realizando en Nigeria. Si no fuera por ellos, los cristianos estarían vagando por las calles, con todas sus casas quemadas. Además, han reconstruido iglesias y pagado la formación de muchos sacerdotes para enviarlos a las zonas difíciles. Dan de comer y han puesto en marcha casas de acogida… ¡Gracias, gracias y gracias!

Si no fuera por la aportación económica de los católicos españoles, europeos y del mundo entero esto no sería posible. Por eso, en la medida posible de cada uno, pido que sigamos colaborando con Ayuda a la Iglesia Necesitada pero, sobre todo, pido oración. Las casas y los templos se pueden reconstruir, pero miles de personas seguirán siendo asesinadas si no hay paz, si no existe la justicia en Nigeria y en todas partes.

Por favor, no dejemos de rezar para que el Señor actúe, para que sostenga a nuestros hermanos cristianos, que están ya cansados de tanto dolor, algunos de ellos totalmente agotados.

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