Carta abierta del rector a los nuevos alumnos
A ti, que empiezas en la universidad
Noticia publicada el
lunes, 15 de septiembre de 2025
Querido estudiante:
Me permito darte la bienvenida a la universidad y compartir contigo algunas reflexiones y sugerencias -nacidas de la experiencia-, por si pudieran ayudarte en el inicio de esta nueva etapa.
Para, piensa… y decide. Es importante que ya desde el principio integres esta forma de actuar. Lo primero es que decidas cómo quieres vivir la universidad: exclusivamente como un lugar en el que obtener un título, o como una oportunidad de crecimiento académico y profesional, pero también personal. La universidad te ofrece infinidad de actividades, momentos y personas que pueden ayudarte a que tu etapa universitaria sea verdaderamente transformadora, de crecimiento. En la toma de decisiones no estarás solo; además de tu familia, tendrás a profesores, tutores, mentores y orientadores, que te ayudarán. Pero recuerda, las decisiones son tuyas (que esto no te agobie) y, muchas veces, decidir implica renunciar (que esto no te genere ansiedad).
Acepta la incertidumbre y los imprevistos. Durante tu etapa universitaria descubrirás o confirmarás que hay acontecimientos o situaciones que aparecen sin pedir permiso, que, además, -muchas veces- llevan consigo dolor o sufrimiento y que trastocan nuestros planes iniciales. Es importante que aceptes que esto forma parte de la vida, que no desesperes y que pidas ayuda cuando lo necesites. Y recuerda que, además de tu familia, tienes a tu universidad; no estás solo en este camino que vas a iniciar.
Trabaja en equipo. Somos seres relacionales, creados para vivir en función no de nosotros mismos, sino de los otros. Aprovecha este tiempo para conocer a las personas que van a recorrer contigo este camino y que formáis una comunidad universitaria (profesores, estudiantes y personal técnico, de gestión y de administración y servicios); relacionarte y trabajar con ellas te ayudará a conocerte mejor a ti. Y sí, es verdad, vivir de manera individualista (también la universidad) puede ser más cómodo y menos arriesgado; pero el riesgo de exponerse, de salir al encuentro del otro, merece la pena.
Disfruta del camino. No te obsesiones con alcanzar la meta, con lo que harás después de finalizar tus estudios. Muchas veces, estamos tan focalizados en la meta que olvidamos disfrutar del camino. Aprovecha cada día de este viaje, evita distraerte con tonterías que tantas veces nos roban nuestra atención y nuestro tiempo.
Esfuérzate. Esta etapa universitaria debe ser un entrenamiento vital, en el que también desarrolles tu capacidad de sacrificio y esfuerzo; ese debe ser tu compromiso, esforzarte y dar lo mejor de ti. Sobre esto tienes una influencia directa, mayor que la que tienes sobre los resultados; aunque te anticipo que la antesala de unos buenos resultados -en cualquier ámbito de la vida- es un trabajo riguroso y constante.
Cuida tu dimensión espiritual. No olvides que la persona es mucho más que un conjunto de células; que es importante que cuidemos el cuerpo y la mente, pero también el espíritu. Son numerosos los estudios que avalan el impacto positivo de la espiritualidad en la salud de las personas. Descubre la importancia de un propósito vital trascendente y ojalá eso te lleve a descubrir o desarrollar la fe.
Busca el placer de la vida intelectual, esa que te permitirá cultivar un espacio de retiro dentro de ti mismo, donde poder reflexionar y del que se extrae una sabiduría auténtica que se concreta en palabras y en acción silenciosa.
Sé valiente. La universidad debe ser un tiempo y un lugar para plantearte cosas, para contrastar ideas, para desarrollar tu pensamiento crítico y tu conciencia, todo lo cual te permitirá ganar en libertad auténtica, esa que está orientada (“libertad para”) y que te llevará muchas veces a ir contra corriente o al margen de las modas pasajeras.
Sé feliz. Una felicidad que no se mide por la ausencia de dificultades o la experiencia de placer continuo. La felicidad auténtica, a la que estás (estamos) llamado, es la que disfruta quien tiene un sentido, un propósito en la vida, se siente amado y se reconoce capaz de amar. En la búsqueda y alcance de esta felicidad, la universidad te puede (y quiere) ayudar.
Sé agradecido. No olvides que disfrutas de muchos dones que no te has ganado, que has recibido de manera gratuita. Me refiero a tu vida, a tu inteligencia, a tu familia, entre otros. Confío en que esto te lleve a ser y vivir agradecido y no olvides, -cada vez que tengas oportunidad de hacerlo- manifestar este agradecimiento a tus seres queridos; muchos de ellos hacen un esfuerzo para que puedas estudiar en la universidad.
¡Enhorabuena! Inicias una etapa importante en tu vida, que te animo a disfrutar.
Confío en que la universidad esté a la altura de su misión y te provea de dos elementos imprescindibles para el camino que inicias: un fundamento, que te vincule con el sentido profunda de tu existencia, y una comunidad universitaria, que te acompañe, te ilumine y te inspire.
Y recuerda: no estás solo en esta aventura.