Misión Internacional: una aventura que cambia vidas

Misión Internacional: una aventura que cambia vidas

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Naia duda: “No sé cómo expresarlo”. La indefinición se disipa con un pregunta sencilla: “¿Por qué volverías a hacerlo?”. La respuesta es instantánea y la ilumina una sonrisa: “Nunca en mi vida he sido tan feliz como en esos veinte días en Perú”. María, de otra manera, dice lo mismo, con una lágrima –de alegría- que asoma por el rabillo del ojo: “Perú es un antes y un después en mi vida. Era algo que necesitaba desde hacía mucho tiempo”.

Las palabras de la vitoriana Naia Ruiz de Arbulo, estudiante de segundo curso de Enfermería, y la setabense María Molina, de segundo curso de Educación Social, son solo dos ejemplos de experiencia vivida el verano pasado por doce alumnos de la Universidad Católica de Valencia en los cerros de Lima en un proyecto internacional e interuniversitario -en el que participaron junto a alumnos de otras universidades españolas y de la Pontificia Universidad Católica del Perú- de atención a las familias afectadas por las inundaciones que tuvieron lugar pocos meses antes en el país andino.

Los estudiantes de Medicina, Enfermería, Psicología, Educación Social y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte desplazados a Perú -además del equipo de la Escuela de Voluntariado- trabajaron fundamentalmente en el Cerro del Agostino, centrados en mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las zonas más afectadas.

Los alumnos de la UCV realizaron, según sus respectivos grados, exploraciones y revisiones médicas o refuerzo escolar y actividades educativas. Todos ellos participaron, además, en la reparación y construcción de viviendas para las familias con menos recursos; a las que visitaron no solo para conocer sus necesidades, sino también para ofrecer atención humana y cristiana.

Carlos Calvo, alumno de segundo de Enfermería, recuerda que le sorprendieron las “ganas de empezar el día” con las que se levantaba a las seis de la mañana durante la misión en Perú: “Creo que allí me sentí muy útil. Acababa cada día con la sensación del tiempo aprovechado, de haberme entregado a los demás”.

Una experiencia que no olvida Diego Chirivella, estudiante de tercer curso de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, tiene como protagonista a Doña Julia, una señora mayor del cerro. Con una vida “muy dura” a sus espaldas, era feliz junto a su marido en una situación de gran pobreza. El día que fueron a visitarla, les pidió que le cantaran algo; lo hizo María, que acompañaba a Diego en ese momento y la anciana rompió a llorar de emoción. El impacto de conocer a una mujer tan vital y tan sufrida a la vez aumentó para Diego al enterarse que Doña Julia falleció al día siguiente; horas después de escuchar su historia, compartir sus alegrías y dedicarle unas canciones.

“Cuanto más tienes, menos feliz eres; y cuanto más tiempo pasas con otras personas y más te das a ellas, más feliz”, asegura de manera contundente Juan Ramírez, estudiante de Ingeniería Eléctrica en la Universitat Politècnica de València. Juan siempre llevará consigo el recuerdo de un niño que, al verlo en el colegio, se le quedó pegado “como un koala”, tan necesitado de afecto “por la durísima vida que tenía fuera de las puertas del colegio”.

Teresa Miralles, de sexto curso de Medicina, por su parte, asevera que Perú ha sembrado “una semilla” en ella que ya ha comenzado a cambiar su vida, de algún modo: “Ahora sé distinguir lo importante y lo urgente. Cuando veo que puedo hacer algo por otra persona, desde mi propia familia hasta mis compañeros de clase, comprendo la necesidad de dar mi tiempo al otro con mucha mayor claridad. Además, desde que volví de Perú me como todo lo que me ponen en el plato”.

Para la directora de la Escuela de Voluntariado de la UCV, María Ángeles Benito, que también formó parte del proyecto en Sudamérica, salir fuera de España ayuda a los universitarios a conocer “otras realidades completamente distintas” y así apreciar lo que tienen en su país a través de “una inmersión en la pobreza y la necesidad”. La inversión realizada para que estos jóvenes puedan viajar a lugares como el Cerro del Agostino “vale la pena” porque dicha inmersión “repercute en sus vidas” y los hace conscientes de una vocación fundamental que la UCV inculca a sus alumnos: la búsqueda y contribución al bien común.

“La Universidad Católica de Valencia no es solo una institución educativa que expide títulos. Tenemos un compromiso social y pretendemos ser generadores de cambios en el mundo. Por ello, experiencias como la de Perú son también formación universitaria”, subraya Benito.

Y parece que es una buena formación, porque todos los alumnos que estuvieron en Perú regresarían sin dudarlo. Como dice uno de ellos, “en Perú se llora dos veces: una al llegar y la otra cuando toca irse”.

Súmate al Voluntariado UCV:

escueladevoluntariado@ucv.es

Teléfono: 660 014 557

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