La Constitución como tarea de todos (Borja Sánchez, La Razón)

La Constitución como tarea de todos (Borja Sánchez, La Razón)

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Decía Ortega que las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana, un proyecto sugestivo de vida en común, y lo mismo podría decirse de las Constituciones. Una Constitución vive y se nutre de una comunidad política que quiere construir, junta, un camino propio. En nuestro caso, un apasionante camino de paz, concordia y progreso más allá de las diferencias, que logró aunar en el 78 a todos los españoles en torno a valores básicos compartidos. Valores resumidos en el ejemplar artículo 1.1 de nuestra Carta Magna: democracia y participación, garantías del Estado de Derecho, derechos sociales, etc., con la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político como guía y horizonte.

Gracias a nuestra Constitución, y al generoso esfuerzo de millones de españoles que, de forma callada pero diaria, dieron forma a este proyecto, hemos gozado de 45 años inigualables en lo que a paz y prosperidad se refiere. Y hemos sabido dar respuesta, desde la Constitución, a todas las amenazas enfrentadas hasta ahora, incluido el terrible y sangriento desafío de la banda terrorista ETA, cuyos herederos políticos parecen desgraciadamente en auge. Tal es así que muchos de los valores soñados en 1978 y plasmados en la Constitución se dan hoy por descontado, olvidando quizás lo arduo de su consecución y haciendo posible lo impensable: que la propia Constitución acabe por morir de éxito.

Vemos quizás signos de ello. Sin ir más lejos, los partidos políticos, canales privilegiados del pluralismo político en la Carta Magna, han hecho muchas veces de ella un obstáculo que se debe sortear, y de las instituciones un terreno por conquistar, dominar o acallar. Otros han optado por atacar la propia Constitución y sus símbolos, o han utilizado la legítima autonomía y la riqueza cultural que España siempre ha atesorado para crear muros y exclusión. Incluso el propio Tribunal Constitucional ha optado, en sus últimas sentencias, por reinterpretar la Constitución y darle nuevo contenido, en vez de aplicarla en sus términos.

Frente a ello, poco puede la Constitución por sí sola. Nada puede si falta esa comunidad política unida, activa e ilusionada. No un Pueblo mítico e imaginario por boca del cual muchos se apresuran a hablar, sino gente de a pie, familias y sociedad civil. Como usted y como yo. Frente a quienes quieren aprovechar las debilidades actuales para un nuevo momento constituyente, que reconfigure España de espaldas a la mitad de los españoles, debemos aprovechar y reclamar, desde la ciudadanía, un refuerzo de la propia Constitución: más separación de poderes frente a la colonización institucional, más igualdad frente a leyes y medidas singulares, más pluralismo y debate social frente a la división de partidos, etc. Es una tarea diaria, ineludible, que a todos nos incumbe, veamos o no sus frutos. Larga vida a la Constitución.

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