Veritatis filia temporis: sólo la verdad perdura (Francisco Cardells, Las Provincias)

Veritatis filia temporis: sólo la verdad perdura (Francisco Cardells, Las Provincias)

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Veritatis filia temporis: sólo la verdad perdura (Francisco Cardells, Las Provincias)

De todas las funciones cognitivas del ser humano quizá la memoria es la más necesaria. Reparen en qué sucedería si no pudiésemos recordar nada. No sabríamos ni comer, ni andar, ni hablar, ni volver a nuestros hogares. Perderíamos nuestra identidad. Pensando en lo que somos, allá por el año 2007, se celebró el I Congreso Universitario de Historia Comarcal, un acontecimiento académico en el que participaron los centros de estudios y numerosas entidades, una oportunidad para que el asociacionismo levantara la mirada más allá de su entorno inmediato para trazar un futuro que se intuía vertebrador. Sin embargo, en medio de la vorágine de la Valencia de hace 20 años quedó oculto. Ahora, con X ediciones en la mochila repensamos lo que sucedió.

Aquella Valencia era la del triunfo electoral por mayoría absoluta de Paco Camps (Partido Popular) y la de una burbuja inmobiliaria embriagadora que estaba a punto de estallar en forma de crisis bursátil. Todo era posible en aquel contexto, lo mejor y lo peor. El crecimiento era tan imparable como insostenible y los inversores económicos codiciaban la plaza. La exposición ‘Visiones de España’ de Sorolla en el Centro Cultural Bancaja y el estreno de la ópera ‘Carmen’ en el Palau de les Arts convertían a la capital en referente cultural, pero especialmente se recuerdan los eventos deportivos al ser sede de la 32ª Copa América de vela, con la victoria del Alinghi y el anuncio de que la siguiente edición también se celebraría en la ciudad. No hacía ni tres años que el mismo Valencia C.F. había sido nominado como el mejor equipo de fútbol del mundo, nada extraño tras alcanzar dos ligas, una UEFA y una Supercopa de Europa en apenas tres ediciones.

Han pasado dos décadas y aquella Valencia dorada ya no es la actual. Se trataba de un gigante con pies de barro. Ya se percibía el vaciamiento y abandono de barrios históricos y un elevado grado de degradación por contaminación acústica y ambiental que se ha intentado corregir con planes de peatonalización. En la actualidad, los datos de la infrananciación económica y el décit público acumulado convierten a nuestra autonomía en una de las menos ventajosas de cara al futuro. Desde el punto de vista político se acabaron las tan denostadas mayorías absolutas y se vive en el equilibrio del alambre desde la fragmentación y polarización ideológica. El capital valenciano ya no puede presumir de ser dueño de su banca ni siquiera del mencionado equipo de fútbol. La catástrofe de la riada que azotó el 29 de octubre de 2024 (conocida en la jerga de la época como dana) se instala mediante consecuencias de larga duración. Los cortes de la CV 30 en dirección a Torrent por las obras del Barranco nos recuerdan que ni siquiera el tráco rodado ha vuelto a ser el de antes. Ahora volvemos a congregarnos en un evento abierto en la Universidad Católica de Valencia bajo el título ‘El registro de la memoria’ para revisar a partir del X CUHC lo que ha quedado de nuestras vidas del pasado y aprender lecciones para el futuro.

Se dice que en la antigua Roma cuando un cónsul romano victorioso en el campo de batalla deslaba por las calles ante la atenta mirada del pueblo había un esclavo que debía acompañarlo unos pasos atrás y susurrarle al oído la frase «Memento mori». Es decir, recuerda que morirás. Era un intento de evitar que el personaje triunfador que era aclamado se endiosara y cayera en el principal de los pecados humanos, la soberbia, que nos arrastra y separa del resto. Nuestra caducidad nos es recordada especialmente en los Miércoles de Ceniza, cuando empieza el tiempo cristiano de la Cuaresma, y el sacerdote nos impone la ceniza en la frente con las palabras «quia pulvis es, et in pulverem reverteris», polvo eres y en polvo te convertirás, toda una sentencia por lacónica no menos cierta. Porque no hay nada como recordar los humildes orígenes para saber que quien más sube más alta será la caída y que, a n de cuentas, los oropeles y las fastuosidades mundanas se desvanecen. Quizá si tuviéramos más memoria cometeríamos menos errores y seríamos más trasparentes. Habrá que recordarlo. En el siglo II d. C. el escritor romano Aulo Gelio acuñó la frase veritatis lia temporis, o sea, que la verdad como hija del tiempo prevalece con el paso de los años y acaba triunfando. Sólo quedará la verdad, resplandeciente y luminosa ante tanta mentira. Me resisto a no recordar que María Tudor, I de Inglaterra, hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII, nieta por lo tanto de los Reyes Católicos, asumió las enseñanzas heredadas de nuestro paisano Juan Luis Vives y tomó esta misma leyenda en su divisa para defender la fe católica y a su repudiada madre. Ojalá que nuestro recuerdo sea verdadero y por lo tanto prevalezca en el tiempo.

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