Sound of freedom. No va conmigo (Javier Ros, Paraula)

Sound of freedom. No va conmigo (Javier Ros, Paraula)

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"No va conmigo". Esta es la primera idea que nos puede venir a la cabeza tras ver la película de Alejandro Monteverde, producida por Eduardo Verástegui. “No va conmigo” porque lo que relata la película sucede en Hispanoamérica y en España no ocurre, porque el secuestro de niños forma parte de las teorías de la conspiración, porque ya sabemos que Verástegui es ultraconservador… También podemos aducir que a la película le falta acción, que hay sobreactuación en ocasiones o que el éxito en la taquilla se debe a la campaña promocional solidaria que se emite al final del visionado.

Efectivamente, son argumentos. Argumentos necesarios para algunos espectadores ante la imposibilidad de “digerir” la crudeza de la historia. Enfrentarse psicológicamente a la posibilidad del secuestro masivo de niños y su perversa utilización y destrucción por la maldad casi en estado puro, es de una dureza impresionante. Ante esto, el espectador se ve movido de forma casi involuntaria a “blindarse” ante el horror. De esta forma, la tragedia que trae ante nuestros ojos la historia real de Tim Ballard pasa a formar parte del anecdotario de la semana.

Ciertamente nos puede quedar lejos esta situación, igual que la prostitución masiva de niños en Asia, las “islas del placer” de Epstein en el Caribe, adonde acudían miembros de la élite mundial o el rapto de niños en Venezuela para el tráfico ilegal de órganos, como publicaba recientemente un diario nacional. Sin embargo, de alguna manera todos somos cómplices, al menos, por omisión.

Sí, por no darnos cuenta en qué situaciones se encuentran tantos niños y adolescentes hijos nuestros, vecinos, alumnos… que si bien no caen en las redes del tráfico de personas no por ello están lejos del amplio ámbito de la destrucción de la infancia. Tantas veces no nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta; preferimos mirar hacia otro lado. Ante la injusticia a un pequeño nuestra conciencia puede despertarse y eso da quebraderos de cabeza y mucho trabajo. 

En España se registraron 21.521 casos notificados de maltrato infantil en 2021, con un aumento del 37 % respecto al año anterior. Según Save The Children, más del 25 por ciento de los niños en España han sido víctimas de maltrato. La edad de inicio al consumo de alcohol se sitúa entre los 13 y los 14 años, la del consumo de pornografía a los ocho. Entre otros datos hay que destacar que el 18% de los menores se provocan autolesiones antes de los 18 años; en Europa estas cifras alcanzan el 38%. El suicidio es la primera causa de mortalidad entre los 12 y 29 años y, año tras año, las cifras aumentan. A ello cabe agregar la cantidad violencia de todo tipo que se ejerce sobre los niños y que no traspasa el ámbito privado.

También hay que mencionar las llamadas sesiones de educación sexual; así, por ejemplo, la Guía sexual para el Empoderamiento de los Jóvenes de la ONU pretende, con la excusa de la lucha contra el sida, iniciar a los niños de cinco años en la práctica de la masturbación. Del mismo modo, muchos investigadores y divulgadores hablan de “uso problemático de la pornografía” como si hubiese un uso no problemático de la misma. Todo esto por no mencionar lo que a diario tantos docentes observan en sus aulas: el aumento en los niños de los trastornos mentales, la caída de la capacidad de atención, el “enganche” a las pantallas (tantas veces sostenido desde la escuela), el abandono en el hogar porque los padres llegan a altas horas del día, las grandes dificultades de estos para asumir que su hijo tiene problemas y, en consecuencia, actuar…

Cierto, quizás Sound of freedom no va con nosotros, pero tantos de nuestros niños y adolescentes están sufriendo problemas para los cuales no están preparados, bueno… a veces ni ellos ni nadie. El tráfico de niños y la esclavitud sexual son un problema real y de todos que clama justicia, allí y aquí. Lo que más debería preocuparnos es el silencio de los buenos, como afirmaba Martin Luther King; especialmente ante el sufrimiento del inocente. Quizás no podamos adentrarnos en las mafias para rescatar niños, pero sí podemos alzar la voz y cambiar el mundo atendiendo las graves necesidades de tantos niños que viven en nuestros propios barrios.

En un momento dado, Jim Caviezel afirma que “los niños de Dios no están en venta”. Ciertamente. Cuando excluimos a Dios de la sociedad, dejamos esta únicamente en manos de los hombres. ¿Quién nos salvará del yugo del más fuerte o de la tiranía de la búsqueda de placer sin límites, llevándose por delante hasta incluso a los niños?

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