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Aborto: ¿salud reproductiva? (Julio Tudela, Las Provincias)

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Aborto: ¿salud reproductiva? (Julio Tudela, Las Provincias)

Numerosos trabajos han estudiado las posibles secuelas que la práctica del aborto provocado puede ocasionar en las mujeres que lo sufren. Estas secuelas no deben considerarse como un síndrome, dado que este término se utiliza para describir un conjunto de signos y síntomas que cuando ocurren juntos indican la existencia de una enfermedad o trastorno específico. En el caso del aborto, las distintas secuelas no aparecen conjuntamente en todos los casos, por lo que no es correcto hablar de síndrome.

Aunque algunos de ellos afirman no encontrar correlación clara, sin embargo, y esto es muy importante, sí encuentran evidencias de este incremento en mujeres que han abortado dos o más veces.

Sin embargo, otros estudios, que utilizan muestras mayores y seguimientos más largos, sí establecen una relación causa efecto entre la práctica de abortos y la aparición de distintos problemas de salud en las mujeres que los han padecido.

Trabajos como el de Fergusson et al., o Coleman et al., este con 877.181 mujeres, ofrecen evidencias sobre objetivas secuelas tras la práctica abortiva, entre las que cabe destacar problemas mentales (1.86 7.08 veces superior al de las mujeres que no han abortado y 1.76 - 3.30 veces superior a las que han sufrido un aborto espontáneo), ansiedad, un 34% mayor, depresión, un 37% mayor, un 110 % más posibilidades de caer en el alcoholismo, y una probabilidad 220% mayor de consumir marihuana. Concluyen que el 10% de las mujeres que padecen algún trastorno de salud mental ha abortado con anterioridad a la aparición de los síntomas clínicos.

Otro estudio publicado en 2017 incluyó a 987 mujeres estadounidenses que respondieron una encuesta psicológica después de haberse sometido a un aborto, mostrando prevalencias significativas de depresión, culpabilidad, remordimiento, odio a sí mismo, sentimientos de inutilidad, vergüenza, adicción, abuso de alcohol o drogas, arrepentimiento, comportamientos autodestructivos incluyendo promiscuidad, autocastigo, baja autoestima, ansiedad, miedo, o pensamientos suicidas.

Otro trabajo muestra el sorprendente dato de que continuar el embarazo en adolescentes es un factor protector que reduce el riesgo de suicidio en un 50% y la muerte por otras causas en un 40%.

Finalmente, una revisión sistemática muy robusta estadísticamente, concluye que puede establecerse una correlación entre abortos, tanto espontáneos como provocados, e incremento en el riesgo de muerte o la aparición de determinados trastornos en las mujeres analizadas. Además, este riesgo parece ser dosis-dependiente, siendo significativamente mayor en aquellas mujeres que han tenido dos o más pérdidas en embarazos previos.

El riesgo de muerte durante el embarazo y en el año posterior al aborto se compara con el de aquellas mujeres que han dado a luz a un hijo vivo. En las mujeres que han sufrido un aborto no solo resulta letal para el embrión o el feto contra el que se atenta, sino que induce objetivos efectos negativos psicológicos y fisiológicos provocado este riesgo es un 170 % mayor respecto de las que han dado a luz a un hijo vivo. El riesgo es un 84 % mayor respecto de los partos a término en el caso de abortos espontáneos. Es decir, la pérdida de un hijo tras un aborto provocado presenta el doble de riesgo de muerte en el año posterior al mismo respecto del de un aborto espontáneo.

En cuanto a la posibilidad de una relación del número de abortos por mujer con su tasa de mortalidad posterior, este estudio muestra que la tasa de mortalidad en mujeres que han tenido 3 o más abortos provocados es de 2.92 veces superior respecto del grupo de referencia correspondiente a mujeres que no han sufrido ninguno. Para dos abortos es de 2.14, siendo de 1.45 en el caso de un solo aborto. Estos datos son superiores a los del grupo de mujeres que han sufrido abortos espontáneos, que son, respectivamente de 2.51, 1.87 y 1.44.

Por último, las mujeres que son coaccionadas para practicarse un aborto tienen un mayor riesgo de padecer serias complicaciones, incluidas las tendencias autodestructivas. Las cifras de suicidios, que son menores en las mujeres que han dado a luz, se disparan especialmente en aquellas que han sufrido abortos provocados, tal como muestra esta revisión.

Finalmente, un trabajo publicado en 2019 en la revista Front Neuroscience, ha evaluado objetivamente las consecuencias biológicas, fisiológicas y conductuales de la interrupción del embarazo inducido por fármacos en un modelo animal, ratas hembra Long-Evans. concluyendo que sus hallazgos sugieren firmemente que la interrupción del embarazo a mitad del embarazo en el modelo animal, equivalente en humanos al primer trimestre, induce cambios biológicos y conductuales negativos significativos en la rata, encontrando diferencias entre la interrupción inducida del embarazo (aborto provocado) y el aborto natural.

La inclusión del aborto provocado como un servicio relacionado con la salud reproductiva, como ocurre en muchos de los países en los que se legaliza, esconde, a la luz de estos resultados, una irresoluble contradicción. El aborto no solo resulta letal para el embrión o el feto contra el que se atenta, sino que induce objetivos efectos negativos psicológicos y fisiológicos, incluso de riesgo de muerte prematura, en la mujer que aborta. Debe recordarse que todos los estudios que han analizado el fenómeno coinciden en la agudización de estas secuelas en el caso de abortos repetidos.

 

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