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Un estudio revela que la pandemia aumentó la gravedad y complejidad de las autolesiones en adolescentes

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Un estudio revela que la pandemia aumentó la gravedad y complejidad de las autolesiones en adolescentes

El profesor del grado en Psicología de la Universidad Católica de Valencia (UCV) Xavier Sanz ha descubierto en una reciente investigación que la gravedad y complejidad de las autolesiones no suicidas (ANS) de los adolescentes españoles aumentó durante la pandemia por covid-19, aunque no su prevalencia. El experto de la UCV determina en su estudio que se ha observado "un uso más amplio de métodos y una mayor carga emocional y relacional en estas conductas". Sanz ha contado con una muestra de casi 4.000 adolescentes de entre 11 y 19 años, divididos en dos grupos: uno reclutado previamente a la pandemia (1.729 participantes) y otro durante la crisis sanitaria (2.067). 

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es el significativo aumento de las formas más comunes de autolesión durante la crisis sanitaria mundial. Golpearse pasó del 46,8 % al 75,1 %; rascarse con fuerza, del 50 % al 74,8 %; y morderse, del 41 % al 70 %. También se incrementaron otras conductas como pellizcarse, que subió del 39,4 % al 69,1 %, y estirarse del pelo, del 33,3 % al 54,4 %. Además, se registró un repunte en comportamientos de mayor gravedad, como quemarse, que casi duplicó su prevalencia al pasar del 6,9 % al 13 %. 

Por otro lado, la investigación ha detectado un “preocupante” aumento del inicio de estas conductas entre los jóvenes de 12 años o menores, incluso antes de la franja más vulnerable que ha resaltado el trabajo, entre los 14 y 15 años. Tal y como alerta Sanz, “cuanto más temprana es la aparición de las autolesiones no suicidas, mayor es su gravedad y el riesgo de cronificación”. “Un niño no debería necesitar una forma de autorregulación tan extrema”, señala, advirtiendo que “empezar antes de los 12 años implica haber interiorizado estos mecanismos demasiado pronto”. Además, recuerda que, “aunque no tengan intención suicida, estas conductas están fuertemente relacionadas con el suicidio”. 

La investigación, que forma parte de la tesis doctoral que ha defendido en la UCV, da continuidad al trabajo iniciado en la UCV en 2017 por la profesora Blanca Gallego, a partir de un diseño elaborado por la investigadora Sandra Pérez.

Factores psicológicos clave en la autolesión adolescente

Asimismo, la investigación de Sanz ha identificado el sentido en la vida, la seguridad en el apego y el trauma infantil como factores clave que median en la aparición de esas autolesiones. Los resultados obtenidos por Sanz permiten profundizar en la comprensión de esos factores psicológicos durante un contexto de crisis sanitaria. En concreto, que la disminución del sentido de la vida y la presencia de estilos de apego inseguros -especialmente el apego desorganizado- se asocian con un mayor riesgo de presentar conductas autolesivas. Asimismo, experiencias traumáticas en la infancia, como el maltrato o la negligencia emocional, actúan como catalizadores que agravan la severidad y complejidad de estas conductas. 

Según explica el propio profesor, “la pandemia fue un contexto particularmente desafiante para la salud mental de los jóvenes, no sólo por las restricciones y el aislamiento social, sino por la incertidumbre y el estrés acumulados. En este entorno, aunque la cantidad de adolescentes que se autolesionan no aumentó, sí observamos que quienes lo hacían experimentaron conductas más graves, utilizando métodos más variados y sintiendo una carga emocional más intensa”. 

El investigador añade que “el sentido en la vida fue un factor protector fundamental. Aquellos adolescentes que percibieron que su vida tenía un propósito o significado presentaron menos riesgo de autolesionarse. En cambio, los que sufrían un estilo de apego inseguro, que se traduce en dificultades para establecer relaciones afectivas estables y confiables, junto con antecedentes de trauma infantil, fueron más vulnerables a estas conductas”. 

Intervención temprana y apoyo emocional 

Igualmente, el autor del ensayo ha destacado la importancia de la intervención temprana y el apoyo emocional para prevenir el agravamiento de las autolesiones. Entre las recomendaciones, el profesor Sanz ha precisado la necesidad de crear programas educativos que fortalezcan el sentido vital y habilidades emocionales, así como la formación a profesionales de la salud y la educación para identificar y abordar factores de riesgo vinculados al apego y al trauma. 

En este sentido, hace hincapié en que “la prevención de las autolesiones no suicidas no puede comenzar en secundaria o bachillerato”, como ocurre en muchos programas actuales, “ya que en ese momento las conductas autolesivas ya han comenzado”. A su juicio, “las intervenciones deberían iniciarse mucho antes, en etapas como primaria o incluso infantil, con el objetivo de detectar de forma temprana situaciones de desamparo emocional o altos niveles de estrés”. Además, insiste en “la necesidad de introducir programas de prevención y de construcción del sentido de vida desde la niñez”. “Cuando las autolesiones aparecen en secundaria o bachillerato son solo un eslabón más de una cadena que comenzó mucho antes”, afirma. 

Por otro lado, el profesor de Psicología remarca “la relevancia de evitar que las plantas de psiquiatría se conviertan en el único refugio para muchos adolescentes”, específicamente “aquellos que provienen de entornos complejos y que encuentran en estos espacios un lugar seguro”. No obstante, reconoce su trascendencia en situaciones extremas, y advierte sobre “la necesidad de encontrar un equilibrio entre su inevitable necesidad y su uso excesivo como única vía de amparo emocional”.  

Para prevenir todo esto, propone “fortalecer el papel de las familias y de los colegios como entornos de protección”. Subraya que “muchos docentes, sin formación en psicología, han logrado convertirse en figuras de apego y en verdaderos referentes para adolescentes en situaciones de alta vulnerabilidad emocional”. Finalmente, ante la creciente tendencia de buscar ese “lugar seguro” en las redes sociales -con los riesgos que ello implica-, Sanz aboga por “formar a toda la sociedad que rodea al adolescente para que pueda ofrecer espacios de contención reales y sanos”.

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