Sin duda que los momentos que vivimos son excepcionales, inciertos y preocupantes, y es precisamente ahora cuando podemos demostrar qué es nuestra Universidad, cuál es su visión, cuál su misión y cuáles sus principios. Son en momentos críticos como el presente cuando se evidencia (o no) con hechos lo que decimos de palabra, es esta una oportunidad única para hacer lo que decimos.

Somos una Universidad comprometida con sus ALUMNOS y sus familias, con su formación integral. Es por eso que tenemos que garantizar que esta crisis sanitaria que nos obliga a cambiar nuestra metodología presencial, esa que hemos demostrado conocer y aplicar con éxito no impide mantener nuestro compromiso intacto. Este nuevo escenario nos va a permitir ayudar a nuestros alumnos a saber gestionar la incertidumbre, los cambios, a hablarles con nuestro ejemplo de la necesidad de la formación permanente, de la humildad con la que abordar aquello que se desconoce, de la pasión por aprender y buscar respuestas. Todo esto nos lo va permitir esta necesaria adaptación de nuestra metodología tradicionalmente presencial a una nueva realidad.

Somos una Universidad comprometida con sus PROFESORES Y SU PERSONAL DE ADMINISTRACIÓN Y SERVICIOS y con sus familias. Es por eso que tenemos que garantizar que no exponemos a nuestros compañeros a riesgos innecesarios, que tenemos creatividad para diseñar sistemas de trabajo que nos permitan prestar los servicios necesarios de una forma distinta, pero sin perder eficacia. Es una oportunidad única para interesarnos por la realidad personal y familiar de cada uno de nuestros compañeros, velar de manera especial por aquellos que tienen una salud más delicada, facilitar a los que tienen una situación más compleja en lo familiar que puedan integrar trabajo y familia.

Somos una Universidad comprometida con la SOCIEDAD en la que se inserta y a la que quiere servir. Es por eso que tenemos una oportunidad magnífica para poner al servicio de la sociedad en este momento de urgencia nuestros talentos, en forma de recursos personales y materiales. Pero sobre todo es momento de poder dar luz y sentido a la situación de sufrimiento y desconcierto en que vivimos estos días y de hacerlo desde la seguridad de saber que a Dios nada de lo que nos pasa le resulta ajeno, que del sufrimiento se puede sacar algo bueno, muy bueno, que no es otra cosa que el amor y la caridad.

Esta situación que vivimos en una oportunidad única para despertar en cada uno de nosotros el amor, la entrega a los demás; para recordar nuestra condición de criatura, que no somos dueños de la vida, que la ciencia y la inteligencia no todo lo pueden; para recordar que hay uno que entregó su vida por nosotros como signo de amor pleno, eterno; que con Él el sufrimiento toma sentido.

Ojalá podamos vivir este difícil momento, también como Universidad, como nos decía el Papa Francisco “con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad”