El Observatorio de Bioética asegura que retirar la hidratación y la alimentación en el caso Lambert podría calificarse de acto eutanásico

El Observatorio de Bioética asegura que retirar la hidratación y la alimentación en el caso Lambert podría calificarse de acto eutanásico

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El Observatorio de Bioética asegura que retirar la hidratación y la alimentación en el caso Lambert podría calificarse de acto eutanásico

El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia ha publicado un informe sobre el caso Vincent Lambert, en el que se afirma que retirarle la hidratación y la alimentación al paciente francés “podría calificarse como un acto objetivamente eutanásico”.

Médicos franceses retiraron esta semana los medios de soporte vital -alimentación, hidratación e higiene personal- a Lambert, un enfermero de 42 años en estado vegetativo tras un accidente sufrido en 2008. A final del día de ayer, un tribunal de París ordenó que se reanudara el suministro de dichos medios después de que los padres lanzaran una petición de ayuda al Tribunal de Estrasburgo y al presidente de la República, Emmanuel Macron.

“Retirar un medio vital, como puede ser la respiración asistida mecánica, solo sería éticamente válido, en caso de riesgo inminente de muerte y existencia de sufrimientos intensos bien contrastados. Sin embargo, en este caso concreto no nos parece que exista ese riesgo, dado que Lambert lleva en el mismo estado desde 2008 y no parece ser que su salud haya empeorado significativamente en las últimas semanas”, apuntan desde el Observatorio de la UCV.

La mejor solución ética a los problemas de salud graves del final de la vida “son los cuidados paliativos y no la eutanasia”, añade el informe: “Las soluciones ante el final de la vida pasan por tratar la muerte como una etapa natural en la que se ayude a los enfermos, respetando su dignidad como persona, de forma que ante situaciones dramáticas y terminales se elimine el dolor del paciente y no al paciente. En este sentido, la única respuesta ética posible son los cuidados paliativos”.

“Queremos destacar también que la muerte de cualquier ser humano siempre es digna, pues la dignidad es intrínseca a la naturaleza humana. El objetivo no es conseguir una muerte digna sino una muerte sin dolor”, aducen.

LEGISLAR SOBRE CASOS EXTREMOS MUY MINORITARIOS

En opinión del Observatorio de Bioética de la UCV, “legislar sobre casos extremos muy minoritarios y dramáticos resulta un modo inadecuado de legislar ya que, al hacerlo bajo esa trágica y excepcional petición de muerte, acabaría convirtiéndose tal excepción en norma, extendiéndose la falsedad de que lo normal sería solicitar la eutanasia ante un diagnóstico de enfermedad incurable”.

“De hecho, por el carácter pedagógico de las leyes, amplios sectores sociales y los propios facultativos acabarían pensando – como así ha sucedido en Holanda y Bélgica- que la eutanasia es la única alternativa ofertable a los enfermos llegados a esa fase irreversible de la enfermedad. Es decir, que el ‘acostumbramiento’ social y el activismo pro-eutanásico terminarían por convencer a los profesionales médicos y a los familiares que terminar con la vida de un enfermo por la pena que les provoca o por petición de este representaría una alternativa tan eficaz que no se podría rechazar”, remarca el informe.

Ante opciones personales aisladas de eutanasia y suicidio, “por respetables y dolorosas que sean”, el Estado “no debería universalizarlas en un pretendido derecho que obligue o presione a unos – médicos y familiares-  a causar la muerte directa de otros”, subrayan desde el Observatorio de Bioética.

LA NECESIDAD DE UNA INVERSIÓN PÚBLICA EN CUIDADOS PALIATIVOS

Por el contrario, según el Observatorio de la UCV, “lo que el Estado si debería atender y legislar es para una mayoría de ciudadanos enfermos y sus familiares que están reclamando a voces unos cuidados paliativos de calidad, los cuales, una vez ofrecidos, neutralizarían las escasas peticiones de eutanasia que se dan. Aquí sí que existe un deber del Estado de universalizar el derecho y el acceso a estos cuidados, invirtiendo tanto como sea necesario para hacerlos realidad”, aseguran.

Estos esfuerzos solo se pueden alcanzar, según continúa el informe, “a través del compromiso de los gobernantes y la colaboración de sociedades compasivas y solidarias con los más vulnerables, que pongan en marcha equipos multidisciplinares de profesionales médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, asistentes espirituales”.

“Actualmente, en todos los casos de sufrimiento causado por dolores físicos y/o mentales, la medicina paliativa ya ha demostrado su eficacia para neutralizarlos o al menos disminuirlos. Y la sedación paliativa, cuando está indicada medicamente, puede controlar los síntomas refractarios intratables que mucha vez constituyen la causa de sufrimientos intensos”, expone el informe.

Existen otras respuestas “a la fragilidad y al sufrimiento humano al final de la vida o ante una enfermedad incurable” para el Observatorio de la UCV, que son “más acordes con lo que la dignidad de los enfermos y sus familias merecen, más acordes con nuestra propia auto-representación como sociedad progresista y comprometida con sus miembros más débiles. Todas ellas empiezan por una necesaria inversión pública en cuidados paliativos”.

DECLARACIONES DEL DICASTERIO PARA LAICOS, FAMILIA Y VIDA

Desde el Observatorio de Bioética compartimos la valoración que el cardenal Kevin Farrell ha hecho pública en torno a este caso, en representación del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y la Pontificia Academia para la Vida.

En él, ambas instituciones declaran compartir plenamente las manifestaciones realizadas del Arzobispo de Reims, Monseñor Éric de Moulins-Beaufort y de su Obispo auxiliar Monseñor Bruno Feillet ante el caso de Vincent Lambert.

 

******Informe completo*********
 

Retirarle a Vicent Lambert la hidratación y la alimentación podría calificarse como un acto objetivamente eutanásico

Médicos franceses le retiraron esta semana a Vicent Lambert los medios de soporte vital; hidratación y alimentación que lo mantenían con vida, así como cualquier medida de higiene personal. El enfermero de 42 años sufrió un accidente de tráfico en 2008 y desde entonces se encuentra en estado vegetativo. Tras una dura batalla legal con los padres de Lambert, que desean seguir apostando por su vida, el hospital de Reims, le retiró la alimentación e hidratación y sedaron al paciente.

Se hizo en contra la voluntad de sus padres y de dos hermanos, que habían agotado las vías judiciales para impedir que se retiren los cuidados que lo mantienen con vida. Sin embargo, su mujer lleva pidiendo seis años la muerte de su marido, ya que asegura que ese hubiera sido su deseo, aunque no lo dejó expresado en un testamento vital.

Ante la sorpresa de muchos, al final del día de ayer, y después de haberle retirado la hidratación y alimentación, un tribunal de París ordenó esa misma noche que se le reanudaran después de que los padres lanzaran llamamiento desesperados al Tribunal de Estrasburgo y al presidente de la República, Emmanuel Macron.

El destino de Lambert divide a la familia de Vincent y a la sociedad francesa entre quienes ven en los tratamientos un claro caso de obstinación terapéutica, y quienes apuestan por mantenerle con vida.

Legislar sobre casos extremos

En opinión del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, “legislar sobre casos extremos muy minoritarios y dramáticos resulta un modo inadecuado de legislar ya que, al hacerlo bajo esa trágica y excepcional petición de muerte, acabaría convirtiéndose tal excepción en norma, extendiéndose la falsedad de que lo normal sería solicitar la eutanasia ante un diagnóstico de enfermedad incurable. De hecho, por el carácter pedagógico de las leyes, amplios sectores sociales y los propios facultativos acabarían pensando – como así ha sucedido en Holanda y Bélgica- que la eutanasia es la única alternativa ofertable a los enfermos llegados a esa fase irreversible de la enfermedad. Es decir, que el acostumbramiento social y el activismo pro-eutanásico terminarían por convencer a los profesionales médicos y a los familiares que terminar con la vida de un enfermo por la pena que les provoca o por petición de este representaría una alternativa tan eficaz que no se podría rechazar. Ante opciones personales aisladas de eutanasia y suicidio, por respetables y dolorosas que sean, el Estado no debería universalizarlas en un pretendido derecho que obligue o presione a unos – médicos y familiares-  a causar la muerte directa de otros”.

Por el contrario, lo que el Estado si debería atender y legislar es para una mayoría de ciudadanos enfermos y sus familiares que están reclamando a voces unos cuidados paliativos de calidad, los cuales, una vez ofrecidos, neutralizarían las escasas peticiones de eutanasia que se dan. Aquí sí que existe un deber del Estado de universalizar el derecho y el acceso a estos cuidados, invirtiendo tanto como sea necesario para hacerlos realidad. Y estos esfuerzos solo se pueden alcanzar a través del compromiso de los gobernantes y la colaboración de sociedades compasivas y solidarias con los más vulnerables, que pongan en marcha equipos multidisciplinares de profesionales médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, asistentes espirituales. Actualmente, en todos los casos de sufrimiento causado por dolores físicos y/o mentales, la medicina paliativa ya ha demostrado su eficacia para neutralizarlos o al menos disminuirlos. Y la sedación paliativa, cuando está indicada medicamente, puede controlar los síntomas refractarios intratables que mucha vez constituyen la causa de sufrimientos intensos.

Existen otras respuestas a la fragilidad y al sufrimiento humano al final de la vida o ante una enfermedad incurable, que son más acordes con lo que la dignidad de los enfermos y sus familias merecen, más acordes con nuestra propia auto-representación como sociedad progresista y comprometida con sus miembros más débiles. Todas ellas empiezan por una necesaria inversión pública en cuidados paliativos.

Nuestra valoración bioética del caso Lambert

Somos de la opinión de que retirar un medio vital, como puede ser la respiración asistida mecánica, solo sería éticamente válido, en caso de riesgo inminente de muerte y existencia de sufrimientos intensos bien contrastados. Sin embargo, en este caso concreto no nos parece que exista ese riesgo, dado que Lambert lleva en el mismo estado desde 2008 y no parece ser que su salud haya empeorado significativamente en las últimas semanas.

No encontramos ninguna razón para que se les impida a sus padres la posibilidad de seguir luchando por la vida de su hijo. Por ello, creemos que retirarle la hidratación y la alimentación podría calificar como un acto objetivamente eutanásico.

Nos parece que la mejor solución ética a los problemas graves de salud del final de la vida son los cuidados paliativos y no la eutanasia. Las soluciones ante el final de la vida pasan por tratar la muerte como una etapa natural en la que se ayude a los enfermos, respetando su dignidad como persona, de forma que ante situaciones dramáticas y terminales se elimine el dolor del paciente y no al paciente. En este sentido, la única respuesta ética posible son los cuidados paliativos.

Queremos destacar también que la muerte de cualquier ser humano siempre es digna, pues la dignidad es intrínseca a la naturaleza humana. El objetivo no es conseguir una muerte digna sino una muerte sin dolor.

Declaraciones del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida

El cardenal Kevin Farrell en representación del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y la Pontificia Academia para la Vida, ha firmado un comunicado sobre el caso.

En él, ambas instituciones declaran compartir plenamente las manifestaciones realizadas del Arzobispo de Reims, Monseñor Éric de Moulins-Beaufort y de su Obispo auxiliar Monseñor Bruno Feillet ante el caso de Vincent Lambert.

Igualmente, reiteran que la interrupción de la alimentación y de la hidratación supone una “gran violación de la dignidad de la persona” y subrayan que el estado vegetativo, aunque grave, “no compromete de ninguna forma la dignidad de las personas que se encuentran en esta condición, ni sus derechos fundamentales a la vida y a los cuidados, entendidos como una continuidad de la asistencia humana básica”.

Además, describen que la interrupción de los consabidos cuidados básicos constituye “una forma de abandono del enfermo fundada en un juicio despiadado sobre su calidad de vida, expresión de una cultura del descarte que selecciona las personas más frágiles e indefensas sin reconocer su unicidad y su inmenso valor” y añaden que “la continuidad de la asistencia es un deber ineludible”.

Por último, manifiestan su deseo de que se encuentren “soluciones eficaces” que salvaguarden la vida de Vincent Lambert y aseguran la oración del Santo Padre y de toda la Iglesia para que así ocurra (Zenit).

Desde el Observatorio de Bioética compartimos la valoración que el cardenal Kevin Farrell ha hecho pública en torno a este caso.

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