“La negación de la masculinidad y de la feminidad está provocando consecuencias en los centros escolares”

“La negación de la masculinidad y de la feminidad está provocando consecuencias en los centros escolares”

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María Calvo, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, ha participado en el seminario 'La educación en la encrucijada', organizado por el Observatorio para la libertad de enseñanza de la Universidad Católica de Valencia (UCV), en el que ha asegurado que “la negación de la masculinidad y de la feminidad está provocando consecuencias en los centros escolares”.

La libertad de enseñanza, el pacto educativo, la violencia y el fracaso escolar y la importancia de la figura paterna en los hijos son algunos de los asuntos que aborda en la siguiente entrevista.

La Constitución reconoce la libertad educativa en todo el territorio, sin embargo, asuntos como los conciertos o la elección de centro ponen en entredicho este derecho. ¿Dónde está el problema?

En que siempre ha habido una tensión entre el principio de libertad y el de igualdad, y se ha resuelto últimamente a favor del principio de igualdad, pero en detrimento de la libertad. Desgraciadamente, hay mucha influencia política al respecto y, además, se está imponiendo un rasero de igualdad a la baja, por ejemplo, cortando la excelencia o afectando a la educación diferenciada.

Precisamente, el Tribunal Constitucional acaba de pronunciarse considerando que la educación diferenciada no es discriminatoria. ¿Por qué es un modelo educativo conveniente en la actualidad?

Porque tenemos unas circunstancias que no teníamos antes: hay una erotización del ambiente, con los medios tecnológicos los jóvenes están continuamente en contacto, las relaciones sexuales se han normalizado muchísimo y, como consecuencia de la influencia de la ideología de género, tenemos una crisis de identidad muy fuerte.

La negación de la masculinidad y de la feminidad está provocando consecuencias en los centros escolares. Los niños y las niñas no son neutros sexualmente, tienen una feminidad y una masculinidad que hay que atender en las escuelas.

En este sentido, es un modelo que puede complementarse con el mixto y no contraponerse.

Exactamente. No se trata de elegir un modelo u otro. Los padres sabemos mejor que nadie qué es lo que queremos para nuestros hijos y qué modelo educativo les va a venir bien. Incluso en una misma familia puede ser a que unos hijos les venga bien una educación mixta y a otros diferenciada.

De lo que se trata es de que, igual que hay una oferta pública de educación mixta, la haya en condiciones de igualdad con la diferenciada. Hay padres que quieren acceder a este modelo y han de acudir a colegios concertados o privados porque no hay centros públicos que la oferten. El día en que realmente se abran centros públicos de educación diferenciada será un avance de progreso.

Visto así, ¿la atención a la diferenciación sexual ha de darse en cualquier proyecto educativo?

Es un asunto de justicia. Ahora mismo los que salen perdiendo son los chicos. Vivimos en una sociedad en la que hay una confabulación con lo femenino y una negación de cualquier problema de lo masculino y esto es el rey desnudo porque todos los docentes sabemos que tenemos esta problemática.

Por cada niña repetidora hay dos chicos repetidores; tres de cuatro expedientes disciplinarios son de varones y a la universidad están llegando un sesenta por ciento de mujeres y un cuarenta por ciento de hombres, algo que se está incrementando de cara al futuro y que va a suponer un problema de equilibrio social.

Se ha establecido un ideal femenino en las aulas y se exige a los niños que estén igual de calladitos que las niñas y que tengan las mismas capacidades lingüísticas y de psicomotricidad final que ellas. Pero no las tienen. El hemisferio izquierdo del cerebro masculino, donde están las habilidades lingüísticas, madura hasta dos años más despacio que el de las niñas. No es justo tratarlos de forma idéntica. Los niños acaban tirando la toalla pensando que estudiar es cosa de chicas.

Por otro lado, su comportamiento es muy distinto. No tener en cuenta que el cerebro de un chico está afectado por la testosterona y que de los seis a los doce años necesitan moverse conduce, por ejemplo, a que se diagnostiquen muchas hiperactividades falsas. Los chicos ni son necesariamente malos ni hiperactivos, son chicos y necesitan ser comprendidos.

Además de esta incomprensión hacia las peculiaridades de los niños y de las niñas, ¿en qué estamos fallando para que no dejen de crecer las cifras de fracaso y violencia escolar?

El problema está en la familia. Se ha delegado demasiado en la administración pública, y si bien la instrucción corresponde a los colegios, la educación corresponde a los padres. Y ahora mismo hay una crisis de la familia, algo que queda muy patente en el papel del padre, un tema que no se toca pero que es crucial.

Hay un eclipse, una ausencia psíquica del padre que está provocando mucha agresividad en los muchachos, que los jóvenes se crean con todos los derechos y con ningún deber. Cuando un niño ha aceptado un no por parte del padre está preparado para aceptar un no de un profesor, de un policía, de una autoridad. Y quizás este no del padre es el que falta ahora mismo.

Además, las familias monomarentales son las que más están creciendo actualmente en España y un cuarenta por ciento de los niños nacen fuera del matrimonio y muchos de ellos pierden el contacto con el padre cuando hay una separación. El papel del padre hay que revalorizarlo, darle su lugar porque es esencial en el equilibrio de los hijos.

En el seminario de la UCV se va a abordar el pacto educativo. ¿Cree posible que las leyes vuelvan a atender a las necesidades educativas reales o es una batalla perdida?

Cuando se creó el texto constitucional tanto la izquierda como la derecha dieron una lección de generosidad para conseguir un encuentro de posturas y se consiguió, por ejemplo, en la redacción del artículo 27. En los valores básicos estaban de acuerdo.

El problema es que ahora no estamos de acuerdo en ellos, y hay una cerrazón enorme. Puede haber nimiedades en los que cada uno puede pensar lo que quiera, pero en los fundamentos antropológicos esenciales hay una crisis muy fuerte. Ahora mismo no hay partido político que sea capaz de ser incorrecto y se atreva a decir que el hombre y la mujer son diferentes. Sin esto claro, el resto de los elementos de la educación entran en crisis necesariamente.

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