La preguerra de Tusk y Macron (Federico Martínez Roda, Levante-EMV)

La preguerra de Tusk y Macron (Federico Martínez Roda, Levante-EMV)

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Las relaciones internacionales se basan, se quiera o no, en las bazas que tiene cada uno de los actores del sistema, que ya no son sólo los Estados, pero siguen pesando mucho. Esta simple realidad, de que cada uno se ve obligado a jugar sus bazas, aunque no se trate de un ‘juego’, parece no ser conocida por los líderes europeos. Muchos de ellos, a tenor de su unanimidad en relación con la guerra de Ucrania, no se dan cuenta de las bazas con que cuenta Europa, en su conjunto, y se creen que con un rearme puede estar todo resuelto. Pues no.

En primer lugar, el escaso gasto en Defensa en la Europa occidental durante la Guerra Fría, en la que los Estados Unidos cargaron con las mayores contribuciones económicas dentro de la OTAN, fue un elemento que favoreció la construcción del Estado del Bienestar. Un mayor gasto en Defensa hubiera retrasado muchas de las ventajas asistenciales con que cuentan los europeos a cargo de las finanzas públicas. Incrementar el gasto de Defensa tendrá efectos inmediatos en la financiación de la sanidad y la educación, no hay duda. Y esta es la primera sorpresa: nadie lo dice.

En segundo lugar, sorprende que en países en los que gobiernan partidos que durante la Guerra Fría proponían el desarme unilateral ante la Unión Soviética, ahora estén dispuestos a financiar un rearme contra Rusia. Y para eso se vean obligados a olvidarse de las armas de destrucción masiva de Sadam Husseín, que jamás aparecieron. Ahora porque la Rusia de Putin, que sí dice y alardea de que tiene armas de destrucción masiva, lo que además todo el mundo sabe, hay que encontrar un motivo para rearmarse, y ya que no hay un motivo real, se encuentra un motivo intencional, vamos un juicio de intención previo: que, si logra sus objetivos en Ucrania, querrá declarar la guerra a algún otro país soberano limítrofe. ¿De verdad cuando se hacen estas declaraciones desde el Pentágono o desde la OTAN, se lo cree alguien? Lo que pasa es que da igual. El ‘argumento’ de las armas de destrucción masiva, que todo el mundo sabía que era falso, por imposibilidad tecnológica, actuó de excusa y cayó Sadam. Pero Rusia no es Iraq.

En tercer lugar, todavía sorprende más que desde la Unión Europea se vea en Rusia algo ajeno a Europa. Rusia, aunque ocupe media Asia, es culturalmente europea. Su marcha al Este coincide cronológicamente con la marcha al Oeste de Estados Unidos por lo que tienen muchos elementos comunes en su afán expansivo. La verdad que es una prueba de prudencia de la diplomacia rusa que todavía no haya hecho referencia al Tratado Guadalupe-Hidalgo, cuando desde Estados Unidos se argumenta contra su intervención en Ucrania.

En cuarto lugar, también sorprende que los principios de la Unión Europea se olviden en varias direcciones a la hora de tratar la cuestión ucraniana. Se ha olvidado el principio de que los conflictos se deben resolver por la vía diplomática. No creo que nadie ponga en duda el hecho de que si Ucrania no negocia es por la presión directa de los Estados Unidos y de la OTAN, que además a la larga no son buenos aliados, y ahí está Afganistán. Si la Unión Europea presentara un plan de paz, de algo serviría. ¿Por qué desde el punto de vista oficial de la Comisión Europea, sí debe haber un alto el fuego en Gaza, y no en Ucrania? Una incoherencia más. Pero hay otros principios escarnecidos: la presunción de inocencia, ¿cómo es posible que la Comisión Europea condene y sancione a personas físicas rusas concretas sin tener en cuenta su derecho a defensa y a ser oídas, y además sin un pronunciamiento judicial? ¿Dónde queda la división de poderes cuando juzga y condena el Ejecutivo?

En quinto lugar, y es la sorpresa con más efectos inmediatos, es que cuantas más sanciones económicas recaen sobre Rusia ¿cuántas llevamos ya?, mayor es el efecto negativo sobre Europa y menor sobre Rusia. Dadas las características de la economía rusa y la resiliencia histórica y, probablemente obligada, de su población, a ninguno de los cerebros económicos de la Unión Europea se le ha ocurrido pensar y decir que estas medidas son inútiles para cumplir su objetivo. De hecho, no sólo no lo cumplen, sino que perjudican a la economía europea, pero no a la estadounidense, que ya se cuidan de que su política exterior coincida con sus intereses.

Y la guinda la ponen Macron y Tusk, al anunciar que hay que estar preparados para una guerra con Rusia. La sexta sorpresa es que los pacifistas de antaño ahora estén tan callados. Y más sorprendente aún es que algo tan terrible como es la posibilidad de una guerra, esté fuera del debate político. Esto demuestra que en cuestión de libertad de prensa, estamos viendo la viga en el ojo ajeno (la unanimidad y ausencia de debate sobre Ucrania en los medios rusos) y no la estamos viendo en el propio (la unanimidad y ausencia de debate sobre Ucrania en los medios europeos). En muchas ocasiones a los pueblos se les ha llevado a la guerra mediante el engaño, hay que evitar que esto se produzca, pero ante declaraciones como las de Macron y Tusk nadie dice nada, ni medios importantes les dedican un editorial crítico y eso sí que es lo más peligroso para la paz, porque el control de las conciencias prepara más para la guerra que el armamento.

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