Cardenal Cañizares, pasión por la verdad (José Manuel Pagán, Las Provincias)

Cardenal Cañizares, pasión por la verdad (José Manuel Pagán, Las Provincias)

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Tras 22 años como pastor en Ávila, Granada y Toledo, el cardenal Antonio Cañizares -nacido en Utiel, pero muy vinculado a la cercana Sinarcas- regresaba en 2014 a su muy estimada tierra como arzobispo de Valencia. Volvía de Roma tras haber servido a la Iglesia como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos con dos papas, Benedicto XVI y Francisco, de quienes ha destacado siempre el gran don que suponen. Pasados ocho años asistiendo a nuestra archidiócesis, por razones de edad, llega el momento de la despedida. 

En este tiempo también ha servido a la Universidad Católica de Valencia como gran canciller. He tenido la ocasión, el honor, de trabajar de forma muy cercana con D. Antonio estos últimos cuatro años como rector y sé que el servicio a la Iglesia y a la sociedad está profundamente arraigado a su ministerio. Un ministerio que solo se entiende, tal y como él mismo expresó en su Laudatio al ser nombrado doctor honoris causa por la UCV en 2010, desde el servicio: “Mi vida debería ser sencillamente servir, vivir expropiado para los hombres, servir con la caridad, con el ejemplo, con la cercanía a los pobres y tomando parte en los duros trabajos del Evangelio”. Todos hemos constatado, hasta límites sorprendentes, su actividad, incansable, sin mala cara ante la fatiga o la enfermedad; hemos visto cómo se ha gastado y desgastado como pastor de la Iglesia que peregrina en Valencia y también por su querida Universidad Católica de Valencia.

Su ministerio entronca, de este modo, con la misión propia de la Universidad: presentar la verdad para servir, con fundamento y base, a la esperanza, como anunció también en su investidura como honoris causa. Promover y defender la verdad “no para condenar a nadie, sino para que los hombres renazcan a la verdadera esperanza y se salven por la verdad”. Es necesaria una fe inquebrantable para elegir servir a la verdad, lo que está unido a servir a los últimos. Tanto es así que don Antonio siempre ha confesado tener como guía a otro arzobispo de Valencia, santo Tomás de Villanueva, sobre el que versó su tesis doctoral y a quien recuerda “como el obispo de los pobres, insobornable y libre defensor de los indefensos, de la verdad y la dignidad humana”.

La Universidad Católica, como se lee al principio de la encíclica Ex Corde Ecclesiae tiene el “gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento”. Dicho gozo es la pasión que activa al cardenal Cañizares y de la que nos ha impregnado, asentando los firmes cimientos sobre los que se erigió nuestra universidad en el año 2003. En estos ocho años ha cuidado y se ha involucrado con humildad, pero con determinación, en nuestra institución, a la que se siente muy ligado desde sus inicios, sabedor de todo el bien que puede hacer. De ahí su amor entrañable a todos los proyectos con los que la esta universidad trata de contribuir a liberar al hombre de la esclavitud del relativismo.

En sus variadas responsabilidades, también en la CEE, don Antonio ha dejado patente que la fe católica en España ha tenido y tiene un papel decisivo e imprescindible en la vertebración de nuestro país. Por esta razón se ha denunciado en tantas ocasiones que la religión quede relegada al ámbito privado, puesto que ello “socava los cimientos de la convivencia y conduce a la desvertebración de la sociedad”. 

Sus palabras, pronunciadas hace más de diez años en la UCV, han resultado proféticas. No obstante, su denuncia siempre ha sido propositiva, aunque las etiquetas mediáticas hayan podido confundir a quien no lo conoce. De hecho, ha ejercido de interlocutor con autoridades gubernamentales de todo signo, que le han valido amistades -más allá del ámbito de la fe- pensando en el bien común. 

De ese talante hemos sido testigos en Valencia: defendiendo las libertades más amenazadas; acogiendo y animando a colaborar económicamente con las víctimas de la guerra, con los refugiados, con los más pobres de la sociedad; secundando las iniciativas del Santo Padre para que la Eucaristía y la liturgia sean vividas como presencia y acción de Dios entre los hombres; cuidando a los sacerdotes y consagrados; exigiendo la máxima calidad académica a la Universidad Católica de Valencia y el cumplimiento de su misión evangelizadora, pero también pidiendo aumentar la partida de becas para que nadie se quede atrás por problemas económicos; denunciando las burdas agresiones a la libertad religiosa y al fervor de los valencianos; dando un paso al frente en los momentos más duros de la pandemia…

En todos sus destinos, también en la UCV, ha hecho resonar la verdad de forma gozosa y en libertad, y ha anunciado a Dios vivo en todo momento. Con seguridad, seguirá haciéndolo en esta nueva etapa que inicia, siempre al servicio de la Iglesia, de España y de las personas más necesitadas. Duc in altum. Gracias, don Antonio, por transmitir su pasión por la verdad.

José Manuel Pagán es rector de la Universidad Católica de Valencia.

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