Semana de la Ciencia 2025
Ciberacoso en menores: expertos alertan sobre el daño cerebral y la necesidad de prevención desde la infancia
Noticia publicada el
viernes, 21 de noviembre de 2025
La Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha organizado la jornada ‘Ciberacoso en la Era Digital: Conciencia y Prevención’, enmarcada en la Semana de la Ciencia 2025 y celebrada en el salón de acto de la sede Santa Úrsula. Entre las ponentes ha intervenido la neuropsicóloga Laura Herrera, directora de la clínica Neurovita, quien ha detallado como el ciberacoso altera de forma directa el funcionamiento cerebral de los menores. Según ha explicado, “el ciberacoso no es muy distinto a sufrir cualquier evento traumático” —como un accidente de tráfico o un ataque terrorista— y provoca respuestas inmediatas vinculadas a la “hipervigilancia, aumento de la preocupación, miedos y una marcada elevación del cortisol”.
Herrera ha destacado que estas alteraciones no aparecen de la misma manera en todos los menores, sino que se manifiestan en un “espectro” determinado por la intensidad, la frecuencia y la duración del acoso. En los casos más severos, ha aclarado que “hay ciertas vías y estructuras que se quedan así”, favoreciendo la cronificación de “la hipervigilancia, la tristeza, la desesperanza y la sensación de indefensión aprendida” que persiste incluso cuando la agresión ha terminado. Por ello, ha advertido de que “ese tipo de perfiles son los que tienen más problemas a largo plazo de salud mental en la vida adulta”.
La neuropsicóloga también ha analizado el cerebro del agresor, donde se repiten patrones característicos. Según ha expuesto, en muchos de ellos “suele haber unas habilidades sociales y una forma de gestionar el conflicto, más impulsiva, con menos connotación empática”, y en ocasiones “el bullying es como una forma de gestionar esa ira”. Estas dificultades en la regulación emocional han favorecido que algunos jóvenes recurran al acoso como vía de descarga y búsqueda de reconocimiento social.
En el entorno digital, estas dinámicas se han intensificado, porque, como ha indicado Herrera, “tenemos un acosador que se renueva” y “saltan de un formato a otro”, lo que refuerza los circuitos cerebrales asociados al dominio y a la recompensa inmediata. Esta capacidad de cambiar constantemente de estrategia permite que el agresor mantenga la presión sobre la víctima más allá del aula, prolongando su estado de amenaza.
Asimismo, Herrera ha alertado del papel creciente de la tecnología en esta problemática y del desafío que supone para el acompañamiento neuropsicológico. Ha señalado, citando el último informe de la Fundación ANAR, que “actualmente el 14 % de los casos de ciberacoso ya incluyen contenidos generados digitalmente" y ha avisado de que “cada vez la IA está más perfeccionada", por lo que "estamos teniendo más dificultades para solventar los problemas que origina”. Una evolución que, según ha puesto de relieve, “multiplica la intensidad del daño y la sensación de indefensión en los menores”.
Un “campo abierto” sin descanso
La enfermera escolar Alicia Carmona, del Colegio Mas Camarena, ha reivindicado durante la jornada el papel esencial de la enfermería en la detección precoz del malestar emocional. Ha recordado que esta figura “solo está instaurada por ley” en centros específicos y que la falta de tiempo y recursos dificulta la prevención. Aun así, muchos menores acuden a enfermería como a un “agente de referencia”, especialmente al inicio de curso, cuando “todavía el menor no tiene mucha confianza con su profesor”. De ahí que síntomas físicos frecuentes terminen revelando conflicto emocional: “cuando nosotras escarbamos vemos que es algo emocional”.
Carmona ha advertido de que el ciberacoso es un fenómeno más dañino que el acoso tradicional porque “es como un campo abierto donde el acoso es continuado” y lo que se publica “queda ahí para siempre”. Ha argumentado que, tras la pandemia, “hemos detectado muchos más problemas psicológicos y psiquiátricos” y ha defendido que colegios y familias deben actuar con más anticipación, introduciendo talleres de autocuidado digital y más educación para la salud desde edades tempranas.
La enfermera ha insistido también en la necesidad de reconocer señales de alarma visibles tanto en casa como en el aula. Entre ellas, destaca “un dolor de cabeza o un dolor abdominal sin ningún otro tipo de síntoma acompañante”, además de apatía, irritabilidad o retraimiento. Por ello, ha pedido “insistir siempre”, acompañar al menor y descartar primero causas médicas para poder atender después el componente emocional. “La prevención es básica y empieza desde la edad preescolar”, ha subrayado.
La prevención es clave
La inspectora de Policía Nacional Mireia Mesa ha centrado su intervención en la importancia de reforzar la prevención ante un fenómeno que, lejos de frenarse, sigue creciendo. Ha recordado que el ciberacoso “lleva legislado desde 2015 como delito y lejos de que estemos consiguiendo que la cosa vaya a menos, lo que se percibe es que no para”. Durante la jornada ha explicado el papel de la unidad de Participación Ciudadana, que actúa como “puente con la sociedad” y despliega el Plan Director en los centros educativos para detectar riesgos y formar a la comunidad escolar frente a estas conductas.
Aunque la mayoría de los casos no llega a denuncia, Mesa ha señalado que los colegios trasladan cada vez más situaciones de riesgo: “se perciben más graves desde los centros escolares y así nos lo transmiten”. La inspectora ha reiterado que cualquiera “puede ser una víctima potencial”, ya que un rumor, un meme o un sticker se propagan con enorme rapidez y sin contexto, generando en los menores una fuerte sensación de pérdida de control. Esa facilidad para difundir contenido, ha apuntado, potencia el impacto emocional y convierte pequeñas fricciones en problemas serios.
Mesa ha hecho hincapié en las consecuencias que este tipo de acoso puede desencadenar: un sentimiento de indefensión constante, ausencia de espacios seguros y una presión que “no termina en el cole”, sino que acompaña al menor las 24 horas. Por ello, ha descrito los pasos que deben seguir docentes y familias: activar los protocolos internos, recopilar pruebas y acudir a comisaría. No obstante, ha remarcado la dificultad legal que existe cuando los agresores tienen menos de 14 años. Por ello, ha defendido que “necesitamos poner mucho foco en la prevención y en la implantación de nuevas herramientas que nos permitan hacer frente a un problema que evoluciona al mismo ritmo que lo hacen las tecnologías”.