Mezclar churras con merinas (Carola Minguet, Religión Confidencial)

Mezclar churras con merinas (Carola Minguet, Religión Confidencial)

Noticia publicada el

Mezclar churras con merinas (Carola Minguet, Religión Confidencial)

La información publicada hace unos días en un diario valenciano acerca de que el Colegio Santiago Apóstol de Marxalenes somete a sus alumnos a terapias de conversión homófobas es falsa. Ante ello, una posible reacción es proponer una reflexión sobre la profesión periodística, noble y necesaria. Resultaría clarificador describirla acudiendo a ideas de oposición y a modelos de contraste, algo que se emplea en pedagogía, sobre todo con niños pequeños. Por ejemplo, confundir y descontextualizar son acciones que se contradicen con informar. El activismo tampoco tiene nada que ver con este oficio.

Otra opción es apelar a argumentos jurídicos, desde diferentes derechos y obligaciones; aunque son archisabidos, no está de más invocarlos. Viene al caso, entre ellos, la libertad de prensa, pues, siguiendo el ejercicio de antagonismos propuesto, no tiene nada que ver con la difamación.

Precisamente porque estamos en un Estado de derecho, cabría considerar la separación entre los escenarios político y judicial. Si no existen denuncias de víctimas, ¿es lícito que se querelle un partido contra un colegio? Dicho diario ¿pretende informar al lector o apoyar una causa partidista? La noticia huele a respuesta ante el hecho de que la Fiscalía archivase la semana pasada la acusación que Compromís presentó respecto a unos materiales de formación afectivo-sexual que se ofrecen en distintos centros diocesanos, pues no han observado “actos de incitación, promoción o favorecimiento del odio, violencia o discriminación u hostilidad contra el colectivo afectado, en este caso las personas LGTBI”. Investigados los hechos por la Policía Nacional, “no se ha logrado identificar a ninguna persona que haya sido sometida a algún tipo de terapia de conversión o reversión por los denunciados, por lo que no consta víctima alguna identificada policialmente cuya dignidad o integridad moral se haya visto lastimada o menoscabada”, añade la Fiscalía en su escrito. Sin embargo, Compromís vuelve a la carga contra este colegio, con el respaldo del periódico… ¿por qué?

No obstante, el motivo de estas líneas no es sólo apelar al buen desempeño periodístico o defender al sacerdote injuriado y al colegio agraviado. Hay otra intención, y es tratar de aclarar lo que, a las familias de este centro educativo, así como a la opinión pública, puede llevar al desasosiego, a la sospecha, y, por tanto, al conflicto.

Es comprensible que haya preocupación ante supuestas terapias que se han aplicado o aplican en determinados lugares. Ciertamente, con un adolescente siempre hay que ser cuidadoso, ir con pies de plomo, con un respeto absoluto, sin violentarlo. Igual también ha habido acompañamientos que, sin incluirse en dichos tratamientos, y pese a que han ayudado a algunos jóvenes, han sido inadecuados con otros. No obstante, no es el caso que nos ocupa. El caso es que en este colegio no se ha dado nada de esto; de hecho, en la propia información, tras un titular incendiario, el cuerpo de la noticia expone que un profesor ha escrito un libro y ha proyectado un vídeo testimonial.

Siendo así, el análisis y el debate deberían enmarcarse en la oportunidad de estos contenidos, como de otros que se imparten en las escuelas. De hecho, está bien que se dé en los medios de comunicación por su relevancia e interés social. Por ejemplo, algunos consideran que es estupenda la literatura infantil y juvenil que se suele ofrecer, y otros (me incluyo) que es tan cutre que provoca que muchas veces los jóvenes no quieran leer. Y no hace falta tirar del informe PISA para comprobar las consecuencias de ello. Ahora bien, para que el diálogo sea sensato y fructífero debe ajustarse tanto a la realidad de las obras escritas o audiovisuales que se imparten, evitando extraer fragmentos de su contexto, como a los objetivos curriculares y asignaturas donde se trabajan, sin distorsionar desde el chapapote de las ideologías.

Así, quizás haya quien observe que la versión cinematográfica que hizo Kenneth Branagh de ‘Hamlet’ no es la más indicada para las materias de Lengua inglesa o Literatura, pues la adaptación del texto o la caracterización de los personajes no son fieles a la obra homónima de Shakespeare, pero si se afirmase que proyectarla es inculcar el suicidio adolescente resultaría un desvarío. Igual hay quien desestima la lectura de Jane Austen en la formación afectiva de los alumnos al considerar trasnochada la manera en que aborda el noviazgo (aunque da cuenta de las pasiones y del papel de la razón en su dominio con un equilibrio exquisito), pero considerar que reproduce estereotipos heteropatriarcales que incentivan la violencia machista sería marciano.

Pues bien, si hay quien estima que se ha proyectado un video inapropiado en sus formas o fines educativos, o que un profesor ha escrito un libro con comentarios desacertados, infundados o arriesgados sobre la masculinidad y la feminidad, que se abra el diálogo. Ahora bien, debe partir de premisas razonables y verdaderas. Cuando se mezclan churras con merinas, discutir no sólo es absurdo, sino imposible. En este caso, aseverar que los materiales se han propuesto para inocular homofobia entre los chavales indica que no se han entendido, e insinuar que estas acciones responden a una trama diocesana para torturar psicoterapéuticamente a adolescentes, y además denunciarlo, resulta, sencillamente, delirante. Y porque hay mucho trabajo en las escuelas, en los tribunales y en los medios de comunicación, no estamos para perder el tiempo.

 

Calendario

«mayo de 2025»
lu.ma.mi.ju.vi.sá.do.
2829301234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930311
2345678

Opinión y divulgación