Opinión y divulgación | UCV

Hay partido, a propósito del Jubileo de los jóvenes (José Manuel Pagán, Las Provincias)

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Este mes de agosto se inició con un encuentro en Roma, del papa León XIV con cientos de miles de jóvenes, en el que algunos adultos tuvimos la gracia de participar y tenemos ahora la necesidad de compartir lo esperanzador de ese encuentro. Un encuentro que vino precedido de una ilusionante noticia, el anuncio del próximo reconocimiento como Doctor de la Iglesia de san John Henry Newman, que estoy seguro va a ser fuente de inspiración para muchos de esos jóvenes, como lo es ya para muchos de nosotros, adultos; especialmente para quienes nos dedicamos al mundo de la universidad.

Si como nos recuerda san Agustín, “los tiempos somos nosotros; como somos nosotros, así son los tiempos” (sermón 80, 8), hay motivos para la esperanza, toda vez que contamos con una generación de jóvenes que, en medio de este mundo, quieren vivir de manera distinta a como se les propone desde distintos frentes y que se resumen rápido: haz lo que quieras hacer, cuando lo quieras hacer, donde quieras, con quien quieras y todo lo que quieras; unos jóvenes que quieren aspirar a cosas grandes, a la santidad, en esta sociedad y en este tiempo; que quieren ir verso l´alto –“hacia lo alto”- como le gustaba decir al beato Pier Giorgio Frassati, un joven que murió a los 24 años, que pronto será beatificado y que, como Carlo Acutis, es un modelo para los jóvenes de hoy.

Así pues, hay partido, tenemos una generación de jóvenes dispuestos a recorrer ese camino que es la conversión; un viaje que dura toda la vida, que tiene altibajos, que busca dejar atrás lo pequeño y lo mediocre para abrazar lo grande: el amor verdadero, la verdad que ilumina, la libertad interior que nadie ni nada puede arrebatar.

Pues bien, estos jóvenes, que son auténticas obras de arte in fieri –“en curso”- necesitan de modelos, de guías que les ayuden en el camino, no que lo recorran por ellos, sí que les preparen para recorrerlo, no solo con palabras o pensamientos, sino también con su propia vida y, en esta tarea, estamos de suerte con el inminente nuevo Doctor de la Iglesia. Newman es maestro y testigo, enseña con su pensamiento y con su vida; conmueve nuestros corazones e ilumina nuestro pensamiento.

No podemos olvidar que la juventud es un tiempo de búsqueda y, muchas veces, de tensiones internas ¡ofrezcamos alternativas de vida! En esa etapa vital de la juventud, la conciencia todavía está en proceso de consolidarse; necesita referencias claras para identificar la verdad, para distinguir entre lo que da paz profunda y sentido y lo que sólo ofrece satisfacción inmediata. Y, lo fundamental, para elegir lo bueno, no solo por conveniencia, sino por fidelidad a un bien que nos trasciende.

Hoy nadie cuestiona la importancia de desarrollar el pensamiento crítico, especialmente de nuestros jóvenes, pero urge dar un paso más y llegar desde ese pensamiento crítico a la conciencia. El pensamiento crítico le enseña al joven a preguntar, a no aceptar por inercia lo que oye o ve; la conciencia, en cambio, le enseña a obedecer a la verdad que ha reconocido, incluso cuando ello exige sacrificio o puede conllevar sufrimiento.

Ayudemos a nuestros jóvenes a integrar en sus vidas, pensamiento crítico y conciencia, a fin de que sean capaces de ver y de actuar; de descubrir el camino y de recorrerlo.

En estos dos ámbitos, el proceso de conversión y el desarrollo de la conciencia, Newman es un maestro y su vida un testimonio auténtico de cómo en el corazón de cada persona hay una voz que llama al bien, que incomoda ante la mentira y que impulsa hacia algo más grande que uno mismo, esto es, la conciencia. Escuchar esa voz no supone encerrarse en uno mismo, al revés, conlleva un camino de descubrimiento, que muchas veces nos llevará a ir contra corriente de modas y deseos pasajeros.

Muchos de los jóvenes reunidos en Roma con el papa León XIV (y otro muchos que no pudieron estar allí) han iniciado este camino de vida, en favor propio y de toda la humanidad, porque la sociedad necesita hoy, más que leyes o sistemas, personas con conciencia recta y corazón atento.

El futuro del mundo se presenta incierto, pero hay jóvenes en ese mundo que son verdaderos peregrinos de esperanza. Peregrinos, porque no se instalan en lo inmediato ni se dejan seducir por promesas vacías, porque avanzan con la certeza de que Dios guía la historia; de esperanza, porque su misma manera de vivir anuncia que el bien es posible, que la luz no se apaga, que hay un sentido que atraviesa incluso las pruebas.

Pues eso, que hay partido, que hay razones para la esperanza.

Acabo pidiendo un brindis, por el papa León XIV, por los jóvenes, por Newman, pero antes ¡por la conciencia!

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