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La cerrazón de 'El cautivo' (Carola Minguet, Religión Confidencial)

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La cerrazón de 'El cautivo' (Carola Minguet, Religión Confidencial)

No sé si queda alguien en España que no esté al tanto del estreno de la nueva película de Alejandro Amenábar, pues los titulares que el cineasta ha ido dejando en las entrevistas sobre la posibilidad de que Miguel de Cervantes fuera homosexual han multiplicado la promoción del film.

Es cierto que el debate sobre la orientación sexual de nuestro autor más universal no es algo que se haya inventado este director, pues empezó hace casi medio siglo en Francia, aunque, hasta ahora, han sido unos pocos filólogos e historiadores quienes han participado y valorado si se basa en una serie de conjeturas burdas. Ahora bien, con esta película Amenábar ha entrado en la discusión de un modo, cuanto menos, atrevido. Dice así en una entrevista (disculpen su vocabulario): “Estoy seguro de que Cervantes era un hombre que comía, bebía y follaba. En este caso le vemos tener una relación con un hombre, ¿dónde está el problema? En el siglo XXI esto no debería ser una cuestión polémica”. Evidentemente, no es un problema que Cervantes fuera homosexual; tampoco que no lo fuera. El problema es terciar en una controversia entre cervantistas desde el alcance que tienen las historias acompañadas de imágenes. Serán muchísimas más las personas que vean esta película que quienes lean los estudios habidos al respecto, de modo que la hipótesis de ‘El cautivo’ es la que va a quedar grabada en el imaginario colectivo.

Esto, además de osado, contradice otras declaraciones del cineasta: “Me gusta que las historias, si se van a vender como basadas en hechos reales, por lo menos sean fieles al espíritu del personaje que retratan”. Si bien es comprensible, y lícito en el séptimo arte, que el guion se tome ciertas licencias dramáticas, la condición sexual no es un detalle o un envoltorio, pues es central en la identidad de una persona. No cabe, por tanto, la ambigüedad en este sentido, si se quiere ser honesto con Cervantes. Por otro lado, Amenábar ha reconocido haber hecho una proyección personal: “Si hubiera aparcado el tema del homoerotismo entre Cervantes y su captor habría sido mojigato por mi parte y habría renunciado a mí mismo”. Aunque esta proyección también sea legítima en la creación artística, ha de advertirse del riesgo de falsificar al personaje.

Con todo, este supuesto sobre la sexualidad de Cervantes no es lo más polémico de ‘El cautivo’. Lo verdaderamente controvertido es la siguiente sugerencia: “Creo que la película la completa el público, es el público el que va a decidir un poco quién es y qué es lo que siente Miguel de Cervantes". Sinceramente, me parece un desvarío… El público no puede decidir sobre la identidad del autor de ‘El Quijote’. Nadie puede inventar quién es. Ha sido.... quien ha sido.

Además, la pretendida apertura de la propuesta denota la cerrazón característica de ciertos discursos contemporáneos sobre la identidad: soy quien quiero ser y, según filtran mis sensaciones o emociones, es el otro. Este razonamiento es lo más alejado a un pensamiento abierto, porque el pensamiento auténticamente abierto lo está a la realidad de quién es uno y quién es el otro, no a un yo decidiendo según sus esquemas mentales o emocionales. Si encima este subjetivismo se contagia a la historia y a sus personajes, la cerrazón se engrandece y en lugar de conocer el pasado, se desactiva.

Tampoco creo que pueda infectarse de tal subjetivismo la ficción histórica, aunque goce de una libertad interpretativa que no se permite el género documental. Y es que Amenábar también ha declarado lo siguiente: “A mí me gusta expresarme y no tener miedo de hablar de nada, incluso si vemos a Cervantes besándose con un hombre. Quiero poder plantearlo, pero quiero que exista una conexión emocional con el público, que es el que va a pagar la entrada para ver mi película. Yo lo llamo el envoltorio emocional: independientemente de lo que yo quiero expresar, tengo que hacer sentir a los espectadores”.

Si es una película sobre la vida y aventuras de Cervantes, no entiendo otra intención en el director y en el espectador que recoger esa vida y esas aventuras. No vamos a entrar ahora en las reglas y códigos del lenguaje artístico, pero no es lo mismo hacer cine sobre un personaje histórico que pintar un cuadro abstracto o impresionista. Pero vamos, es lo que hace el relativismo: confundir hasta el punto de que ningún lenguaje significa nada.

 

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