Marcelino Pérez Bermejo, profesor de la Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir" (UCV), ha afirmado que "al cardenal Elio Sgreccia corresponde el mérito de ser considerado el fundador de la Bioética personalista y que abandera dicha corriente ética, gracias a los senderos caminados con el apoyo de Juan Pablo II y la institución a la que pertenece, la Iglesia Católica".
Este es el núcleo principal de la tesis doctoral de Pérez Bermejo -defendida en la Facultad de Enfermería de la Universidad Católica de Valencia y que ha obtenido la máxima calificación- en la que ha recorrido la trayectoria y obra de uno de los más destacados expertos mundiales en bioética, que fue creado cardenal por el papa Benedicto XVI.
El cardenal Sgreccia fue secretario del Pontificio Consejo para la Familia entre 1992 y 1996 y vicepresidente de la Pontificia Academia para la Vida entre 1994 y 2005, año en que asumió la presidencia hasta 2008.
El propósito de la tesis ha sido poner en diálogo la contribución de dicho autor con las corrientes actuales de la bioética y con temas candentes como la donación de órganos, las células madre, la objeción de conciencia y el estado vegetativo permanente, "convencido de que se puede generar una transferencia de conocimientos de la que está muy necesitada la sociedad de nuestro tiempo", ha subrayado Pérez Bermejo.
El profesor de la UCV ha acotado la investigación a los años habidos entre 1994 y 2008, periodo que coincide con la vicepresidencia y presidencia de Sgreccia en la Academia Pontificia para laVida. En este tiempo es relevante su Manual de Bioética "que destaca el desarrollo desde la perspectiva personalista de dos conceptos fundamentales en bioética: la vida y la corporalidad y que, además, propone una serie de principios que superan el principalismo de Beauchamp y Childress", ha detallado Pérez Bermejo.
Según ha asegurado el investigador, la bioética personalista desarrollada por Sgreccia tiene su fundamento en el respeto por la persona y por su dignidad, tal como lo expresa la norma personalista de la acción: Persona est afirmanda propter seipsam et propter dignitatem suam.
En este punto, "la bioética se asienta en el deber moral de respetar a la persona por su condición en sí misma y por la dignidad que le viene dada por su estructura ontológica, tal como lo predicaba Wojtyla. La persona posee un valor en sí misma que denominamos dignidad; por tanto, el llamado supremo en todo ser racional, en cada una de sus acciones, dinamizadas por el libre albedrío, es respetar ese paradigmático valor ontológico", ha subrayado Pérez Bermejo.
Así, este profesor ha remarcado que "fue Karol Wojtyla quien propuso el principio personalista, según el cual la conciencia es el puente entre el modo metafísico del ser persona y la experiencia del modo de lo personal; y que, a partir de ahí, Sgreccia incorporó el énfasis cognitivo del concepto de la dignidad como fundamento de los derechos de la persona y sus consecuencias en los diferentes escenarios aplicados en el campo de la Bioética".
Por ello, "ambos autores pueden ser considerados los guardianes del concepto dignidad como fundamento de la persona, para los tiempos modernos en que la noción de persona y ser humano se halla envuelta en nubes filosóficas de confusión en razón a los avances de nuevas tecnologías, en especial de la genética", ha subrayado Pérez Bermejo.
La tesis doctoral "La dignidad de la persona en la obra de Elio Sgreccia", dirigida por el Dr. Ginés Marco y por el Dr. Justo Aznar, ambos de la UCV, ha sido defendida ante un tribunal compuesto por los doctores Germán Cerdá, de la UCV, que ha actuado como presidente; Gloria Tomás y Garrido, de la Universidad Católica de Murcia, como secretaria del Tribunal; y Elena Postigo Solana, de la Universidad CEU San Pablo, que ha participado como vocal.
Carola MInguet/comunicacion@ucv.es