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D. Santiago Julián: “Si el Señor se empeña en alguien, le regala el don de decirle ‘Sí’, como la Virgen María”
jueves, 15 de noviembre de 2012 El Coordinador del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Cultural de la Universidad Católica de Valencia será ordenado el sábado 17 de noviembre, a las 11 horas, en la Catedral Metropolitana de Valencia, Diácono Permanente por Monseñor Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia

D. Santiago Julián Frontera, Coordinador del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Cultural de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, será ordenado el sábado, 17 de noviembre, Diácono Permanente por Monseñor Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia y Gran Canciller de la Universidad. La celebración tendrá lugar, a las 11:00 horas, en la Catedral Metropolitana de Valencia.

Santi, como le conocen sus familiares, compañeros y amigos, está casado desde hace 14 años con Anabel Guaraz y es padre de tres niñas: Paula, Sara, y María, de 10, 8 y 2 años de edad. Desde mañana, junto con este sacramento vivirá, “por gracia de Dios”, el ministerio del Diaconado, que él entiende y recibe como “un don inmenso”.

La palabra griega ‘diácono’ significa ‘servidor’, que es a lo que Santi va a ser consagrado: a servir a Dios y a la  Iglesia, principalmente, en el anuncio de la Palabra de Dios, en la celebración del culto litúrgico “y, por encima de todo, en la caridad”; todo ello, ateniéndose fielmente a las normas y orientaciones de la Iglesia, especialmente visible en el Obispo Diocesano. 

Querido D. Santiago, comience explicando, con sencillez, en qué consiste este ministerio del Diaconado Permanente.

El Diaconado es el grado inferior de la jerarquía, y los diáconos reciben la imposición de manos del Obispo “no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio”

En comunión con el Obispo y el presbiterio, sirven al pueblo de Dios en una triple dimensión: Liturgia (el servicio del altar, presidir solemnemente el bautismo o la oración de los fieles, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio, llevar el viático a los moribundos, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura…); la Palabra (proclamar el Evangelio y predicar la Palabra de Dios) y Caridad (las obras de caridad, diocesanas o parroquiales, la educación cristiana; la animación de oratorios y grupos juveniles y de las profesiones laicales...).

¿Y quién puede ser ordenado?

La conferencia marca unas normas generales, que, a grandes rasgos, son ser célibe y haber cumplido 25 años. Si estás casado, al menos debes estarlo cinco años y contar con el consentimiento por escrito de la esposa; además, tienes que ser mayor de 35 años y menor de 60, y haber estudiado, mínimo, una diplomatura en un Instituto Superior de Ciencias Religiosas.

El diácono está al servicio del Obispo diocesano y de los presbíteros. ¿Cómo se armoniza este ministerio con las obligaciones de esposo y de padre?

Es fundamental estar en comunión con tu esposa y, sobre todo, saber que la familia es parte importantísimade este servicio a la Iglesia… Todos evangelizamos. Además, siempre está el  sentido común: si te necesita la familia debes estar con ellos, siempre viendo lo mejor en cada momento.

Digamos que las obligaciones del ministerio no están ni por encima ni por debajo de las obligaciones familiares. Si sirve la expresión, el ministerio es “un hijo más” de la familia y hay que dedicarle tiempo como al resto.

¿Cómo ha llegado hasta aquí, cómo ha ido respondiendo a esta vocación?

Mi vocación viene de lejos, desde que era pequeño y veía a mi abuelo materno, que era ministro extraordinario de la Eucaristía, siempre con su alba, ayudando en al altar. Su figura me quedó muy marcada aunque falleciera cuando yo tenía ocho años.

Más tarde sentí que el Señor me llamaba a ser sacerdote y pese a que descubrí finalmente mi vocación al matrimonio, nunca deje de servir al altar y de ayudar en las celebraciones litúrgicas.

También la vocación de muchos amigos que ahora son sacerdotes me ayudaron a descubrir esa llamada a servir ala Iglesia. Una vez casado busqué en qué consistía el Diaconado Permanente, que en Valencia no se había instaurado aún.

Más tarde, escuché que se ordenaban diez hombres, la mayoría casados, como diáconos permanentes. Hablé con mi párroco, D. Salvador Rocay con mi vicario, D.José LuisMarch, que me apoyaron muchísimo y vieron también que era del Señor,  y comencé la preparación que me ha llevado hasta aquí.

En el camino han ido surgiendo animadores importantes, como el Capellán Mayor de la Universidad, D. JoséLuis Sánchez,y tantos capellanes que ido pasando por las distintas sedes, que con sus palabras y oraciones me han ayudado. Todos ellos han marcado algo esta vocación sin duda.

Imagino que la vocación debe ir acompañada de una formación…

Sí, y quería remarcar que la formación es importantísima para los diáconos permanentes porque entre nuestros servicios está el de predicar la Palabra de Dios, y eso requiere una formación y preparación seria.

La formación empezó hace cinco o seis años en el Seminario Mayor de Valencia, donde acudíamos los sábados por la mañana con D. Rafael Albert, entonces Rector del mismo, y con varios profesores que nos fueron formando. A esto hay que sumar la Diplomatura en Ciencias Religiosas en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia San Agustín.

Como ha comentado, este ministerio se ejerce de una manera más “visible” en la Liturgia, en la administración de sacramentos, en la predicación, en obras de caridad… ¿Te han encomendado ya una misión?

No, aún no. Después de la ordenación el Sr. Arzobispo nos comunicará la misión que nos encomienda a cada uno en el servicio ala diócesis. Enesto es igual que los presbíteros, después de la ordenación, llega la misión.

Si le parece bien, podría decir algunas palabras a los estudiantes que lean esta entrevista sobre la vocación y la consagración

A los estudiantes les recordaría unas palabras que en mí resonaron mucho del BeatoJuan PabloII: “No tengáis miedo…el Señor no te quita nada sino que te lo da todo”. Si uno siente la llamada a servir a Dios desde el sacerdocio, el diaconado permanente o la vida religiosa, que no tenga miedo, que hable con su párroco o director espiritual para encauzar esa vocación y discernir sobre ella. Tenemos la suerteen Valenciade contar con el Centro VocacionalJuan PabloII y con fenomenales sacerdotes para poder discernir esta llamada.

Les diría que ánimo que el Señor les regala un don inmenso con esta llamada y que desde luego, si el Señor se empeña en alguien, le regala el don de decirle “Si” comola VirgenMaría.Asíque, si te sientes llamado… ¡Ánimo! El Señor siempre te espera con los brazos abiertos.

Carola Minguet / comunicacion@ucv.es