Josep Martí Ferrando, profesor de Historia en un instituto de educación secundaria y miembro del Consejo Rector del ISO, donde imparte clase a inmigrantes, es el autor de “Església i món obrer a València. Institut Social Obrer: (1948-1978)”, publicada por la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, en colaboración con esta institución de la Iglesia diocesana dedicada al mundo del trabajo. Actualmente, está investigando sobre el catolicismo social valenciano, “concretamente, estoy escribiendo la historia de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) de Valencia.
La obra, escrita por Josep Martí Ferrando, recoge la historia del Instituto Social Obrero (ISO) entre los años 1947 y 1978 a través de más de 580 páginas.
De esta forma, el libro recoge los inicios del ISO, que según su autor “formó parte de un crisol de organismos sociales, como fue el ISDA (Instituto Social del Arzobispado de Valencia), fundado en 1948 por el Arzobispo Mons. Marcelino Olaechea, del que dos ramas perduraron en el tiempo: el Instituto Social Patronal y el mismo Instituto Social Obrero”.
Para conocer más sobre el libro y la historia del ISO hemos hablado con su autor, Josep Martí Ferrando.
Profesor Martí, en primer lugar queríamos conocer cuál es el origen del libro. ¿Cómo surge la idea de escribir la historia del ISO?
La idea nació de su actual director, Juan Biosca, que me lo sugirió de cara al 50 aniversario del ISO la idea de hacer el libro de la HOAC. En este tiempo estaba preparando la historia de la HOAC a Valencia, pero lo dejé para enfrascarme en este estudio que, evidentemente, se retrasó porque el proyecto era de demasiada envergadura como para hacer algo muy precipitado. Pronto advertí que era posible hacer un estudio de mucho calado porque existe un fondo archivístico de primera, que me cautivó.
El libro se centra en un periodo muy significativo y dilatado en el tiempo, que va desde los primeros años del Franquismo hasta la Transición.
La historia del ISO no se puede separar de la historia en general, y en el libro se refleja. Hablamos de los sucesos y cómo se vincula con el ISO, que no es una isla, se produce un diálogo. No es casualidad, por ejemplo, que el año 1978 cierra una época política y cierra también una historia dentro el ISO.
¿Cómo se inicia el ISO, qué es lo que hace que el ISO tome cuerpo?
La voluntad del entonces Arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, de llegar a una Iglesia de todos y, por tanto, saber que debía incorporar al mundo obrero porque sin éste la Iglesia queda coja. En esa voluntad crea el ISDA (Instituto Social del Arzobispado de Valencia) y, sobre todo, el ISO, por la voluntad de hacer una Iglesia para todos.
¿Cómo se recibe la novedad de la creación de esta organización en la Iglesia valenciana?
Evidentemente, fue una novedad la creación del ISO y su repercusión en la sociedad. Esa importancia es cuantitativa y también cualitativa. Cuantitativa por la cantidad ingente de jóvenes obreros que pasaron por aquí para formarse, y ahí están sus nombres en los archivos. Además, también es cualitativa porque se formaron cuadros obreros que después influyeron en la sociedad. Y no solo cuadros de obreros, sino que en el ISO se formaron formadores, en el sentido de que aquí se “estrenan” como profesores personas que después tendrán una vida significativa muy importante como profesores y como políticos en la sociedad valenciana.
Por un lado, había personas anónimas, de base, que aprovecharon el ISO para formarse y para promocionarse en su vida labor y persona, lo que es muy meritorio. Igualmente, había gente que aprovechó el ISO para incorporarse en la consecución de una sociedad democrática y de mejoras para el mundo obrero, y otras personas que pasaron por el ISO y se incorporaron posteriormente al mundo de la Universidad o de la política en primera línea.
¿Cuál era la realidad del mundo obrero en esa época de la posguerra, en pleno franquismo?
Lo que hace el Arzobispo Olaechea es posibilitar que al margen del sindicato oficial, que es el sindicato vertical, haya una organización que pueda reunir a los trabajadores, lo que fue en su momento una cosa insólita. Asimismo, paralelamente, crea una organización que reúne a los patronos también al margen de la organización oficial -el Instituto Social Patronal, que posteriormente en los años 60 cambiará el nombre a Instituto Social Empresarial. Así, con el ISO posibilita una cuestión muy importante, que se produzca un encuentro de obreros y trabajadores y que haga de puente al margen del sindicato oficial.
¿Cómo se recibe el Concilio Vaticano II en el ISO?
En la Iglesia valenciana es un momento muy complicado porque el Concilio llega en un tiempo en el que el Arzobispo Olaechea es mayor y, de alguna manera, es consciente de que su tiempo ha pasado; y es tan consciente de ello que es el primer Arzobispo de España que presenta la dimisión acogiéndose a la normativa del Concilio de la edad. Se da cuenta de que hay una distancia entre lo que trae el Concilio y lo que ha sido su mundo. Por otra parte, el que era obispo auxiliar, D. Rafael González Moraleja, también era del ISO, en consonancia con el Concilio. D. Rafael es el obispo que toma notas taquígrafas del Concilio y, por tanto, el ISO se adecua y se “aggiorna”, otra cosa es que tenga o no los medios económicos para llevarlo a término, pero si se renueva. Se traduce en la pedagogía o en la búsqueda de llegar a más gente.
Precisamente, la formación ha sido una constante en el ISO.
Es una aspecto que lo he comentado muchas veces con Juan Biosca, por la vinculación que puede tener la Universidad Católica de Valencia y, en especial, la Facultad de Ciencias de la Educación, la antigua Edetania. Efectivamente, desde que se funda el ISO es una constante la búsqueda de una pedagogía eficaz para llegar a los trabajadores. ¿De qué forma llegamos? Es la gran pregunta que se hacen.
¿Con qué idea central le gustaría que se quedara la gente que se acerque al libro?
Me gustaría que el lector advirtiera que la Iglesia apostó por un sector en un momento muy complicado para acercarse al mundo del trabajo, porque sabía que sin los trabajadores la Iglesia estaba literalmente coja. Sabía que el conflicto bélico de la Guerra Civil y, sobre todo, la persecución religiosa se debía a un alejamiento de la Iglesia del mundo obrero. Son palabras textuales de D. Marcelino Olaecheca, un esfuerzo inicial digno de elogio. Cuando la Iglesia apuesta decididamente por los trabajadores y el mundo obrero, la Iglesia gana; cuando la Iglesia se separa de los trabajadores, perdemos todos. Pierde el mundo obrero porque no puede contar con la Iglesia y, evidentemente, pierde la Iglesia.
Finalmente, ¿cómo ve la actualidad del ISO más inmediata?
Pienso que los tiempos actuales son interesantes porque el pontificado del actual Arzobispo de Valencia, Mons. Carlos Osoro, está retomando esta idea, como es el lanzamiento del Itinerario Diocesano de Renovación. Pienso que es una cuestión muy interesante y potente poner a todos los fieles a caminar… Asimismo, que la Universidad Católica de Valencia haya apostado por la publicación de este libro supone también una sensibilidad de la Iglesia por el mundo obrero. El impulso que da D. Carlos cuando viene físicamente aquí al ISO y dice que sigamos adelante es una apuesta decidida de la iglesia valenciana actual por el mundo obrero.
Muchas gracias.