Hemeroteca | UCV
La Universidad Católica de Valencia celebra la festividad de Santo Tomás de Aquino
jueves, 28 de enero de 2010 En el acto académico ha tenido lugar la investidura de dos nuevos doctores, la entrega de las medallas a los nuevos docentes y el homenaje a profesores y PAS que han cumplido 15 años de servicio en la Universidad
La Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir" han conmemorado la festividad de Santo Tomás de Aquino, patrono de las escuelas católicas, de los universitarios y de la educación, coincidiendo con su festividad litúrgica, el 28 de enero. Tras la Eucaristía, celebrada en la capilla del campus de Valencia-Santa Úrsula y presidida por Enrique Benavent, Obispo auxiliar de Valencia; el religioso dominico José Manuel Alcácer Orts OP, ha pronunciado la lección magistral "La tarea exegética de Santo Tomás a la luz del Concilio Vaticano II", que ha tenido lugar durante el acto académico celebrado en el Aula Maior Agustín Card. García-Gasco. Seguidamente, se han desarrollado la ceremonia de investidura de los dos nuevos doctores que han defendido sus tesis en la Universidad Católica en el último curso: Federico Segura Marín, en la Facultad de Medicina, y José María Gorordo Bilbao, en la Facultad de Estudios de la Empresa. A continuación, ha tenido lugar la entrega de las medallas a los docentes que han defendido su tesis doctoral durante el último curso, así como a los profesores doctores que se han incorporado recientemente al claustro. Vicente Garrido Mayol, Presidente del Consejo Consultivo del a Comunitat Valenciana ha pronunciado unas palabras en nombre de todos ellos. Tras esta ceremonia, han sido distinguidos las profesoras María Dolores Grau Sevilla y Esther Moreno Latorre y los miembros de los servicios generales Antonia Murcia Cuenca y Carmen Polo Correas por "sus más de quince años sirviendo y ayudando a construir la comunidad universitaria". De igual forma, a la profesora Pilar Berganza Gobantes, recientemente, jubilada se le ha agradecido su "esfuerzo y servicio" a esta institución. Mons. Benavent ha citado la Summa Theologica, durante su homilía, para referirse al don de la inteligencia, de la ciencia y de la sabiduría en el pensamiento de Santo Tomás. De este modo, ha asegurado que "la inteligencia es la capacidad que viene de Dios y que hace que el hombre del saber no se quede únicamente en el fenómeno primero que ve sino que se pregunte por el porqué de las cosas". El prelado, tal y como argumentaba el santo de Aquino, ha relacionado estos dones con las bienaventuranzas de la Sagrada Escritura. Así, por ejemplo, "el don de inteligencia se relaciona con la bienaventuranza de los limpios de corazón, pues sólo desde un corazón libre de egoísmos y limpio se puede entrar en la profundidad de las cosas", ha subrayado. Mons. Benavent ha recordado, asimismo, a Benedicto XVI, quien en Caritas in veritate apuntaba "que estamos ante una ciencia que se queda en el cómo de las cosas y no se pregunta por el porqué y. de este modo, cae víctima de intereses y egoísmos de aquellos que la hacen". Por ello, el Obispo auxiliar ha animado a los asistentes a que, como Santo Tomás, en su labor como docentes e investigadores "persigan el don de la sabiduría, que tener un instinto para captar lo que agrada a Dios, para reconocer lo que debe ser creído". Durante su discurso, el Rector de la Universidad Católica que ha pronunciado un discurso jalonado de referencias cinematográficas alusivas al director de cine Frank Capra, ha propuesto la "receta infalible del triple amor que hace felices nuestras vidas: amor a Jesucristo, amor al trabajo en nuestra Universidad y amor al prójimo en forma de servicio comprometido por el bien común, por lo que más lo necesitan, especialmente hoy, por los que ven amenazadas sus vidas por su indefensión, discapacidad o pequeñez". Asimismo, "el amor nos hace fuertes para superar múltiples adversidades". En su intervención, también ha afirmado que "tanto para los docentes como para los no docentes, entendemos que nuestra Universidad es una comunidad de personas libres que ejercitan su responsabilidad de modo creativo". "Cada profesor tiene un don, un regalo del amor de Dios, para construir la comunidad", ha añadido. Por su parte, Vicente Bellver, Director de Política Científica de la Generalitat, ha subrayado que debemos "ser conscientes" de la envergadura de los desafíos del presente. "Muchas de las instituciones que nos han permitido avanzar en la historia ahora mismo se desvanecen porque resultan insuficientes y corresponde en primera instancia a los universitarios proponer las muletas con las cuales la humanidad pueda seguir avanzando en el futuro", ha apuntado. Para Bellver, siguiendo a Ortega, se ha mostrado partidario de señalar que las tres funciones de la Universidad "como ha aportado el Rector son docencia, investigación y servicio a la sociedad". Asimismo, ha considerado que "la Universidad Católica de Valencia, a pesar de su juventud, es fuerte en docencia, y se está dotando de un claustro de profesores magnífico, muy buena en servicio a la sociedad, pues capta rápido las necesidades de la comunidad a la que sirve y también es buena en investigación". De igual forma, este año por primera vez "la Universidad Católica de Valencia podrá optar a los fondos FEDER, destinados a financiación de infraestructura y equipamiento científico. Es un apoyo relevante para las necesidades financieras y de recursos materiales que tiene la Universidad Católica de Valencia para llevar a cabo la investigación", ha anunciado. El dominico José Manuel Alcácer ha querido destacar, a lo largo de toda su disertación, "la sintonía plena que se establece entre el santo dominico de Aquino y el Concilio Vaticano II", en cuanto a "la disposición espiritual para el trabajo, los requisitos científicos para abordarlo y la fidelidad al magisterio de la Iglesia". Asimismo, Alcácer ha considerado este hecho como "un gran mérito", considerada "la distancia en el tiempo y en cuanto a las diversas circunstancias históricas que separan a uno y a otro". Por otra parte, el dominico no ha dudado en subrayar que Santo Tomás de Aquino es "modelo y maestro de todos los docentes católicos por su santidad en la vida, amor sincero y veneración sincera a la Palabra encarnada" así como por "su trabajo incansable, por su clarividencia asombrosa, por su amor a los alumnos y su fidelidad a la Iglesia". A continuación incluimos el discurso completo del Rector, José Alfredo Peris, en este Acto de Santo Tomás. DISCURSO ÍNTEGRO DEL RECTOR La reciente publicación es castellano de la obra del prof. Cornelo Fabro "Participación y causalidad según Tomás de Aquino" viene precedida de una nota del editor en la que se puede leer: «La interpretación que hace Fabro de la Escuela de Salamanca como un "oscurecimiento" de la actualidad del ser –actualidad tan justamente reivindicada por el autor- me parece hoy sumamente problemática». Esta observación del prof. Juan Cruz Cruz que a muchos puede dejar indiferentes, supone para quien les habla una muy alegre confirmación de su estilo de acercarse a santo Tomás. Me explico. Recuperadores del tomismo en el siglo XX como Cornelio Fabro o Alasdair MacIntyre reivindicaba un santo Tomás desconectado de una tradición posterior que no lo había comprendido o que, incluso, lo había traicionado. Con lo cual, se trazaba una paradoja muy del gusto del pensamiento hipercríticio de esos años: nada como alejarse del tomismo de los siglos XVI y XVII, y no digamos del tomismo del XIX para conseguir entender de modo auténtico a santo Tomás. En el campo en el que comencé a trabajar, la Filosofía del Derecho, este gesto intelectual tiene también sus seguidores. Autores como Michel Villey o John Mitchell Finnis, a pesar de su extraordinaria brillantez, están plenamente persuadidos de encontrar la auténtica interpretación del sentido del derecho en santo Tomás, que para ambos permaneció oculta a sus seguidores hasta sus tesis. Pero Villey no tiene empacho en desarrollar una interpretación del derecho tomista en la que lo jurídico es autosuficiente con respecto a lo moral y para Finnis la ley eterna es perfectamente prescindible a la hora de explicar la ley natural. La desviación con respecto a santo Tomás, me parece, es más que obvia. Perdonen el excursus. Pero lo que el profesor Juan Cruz Cruz con gran mérito intelectual, y quien les habla con desvergonzado atrevimiento, queremos señalar es que es problemático realizar aquí también lo que en otro contexto Benedicto XVI califica de una hermenéutica de la discontinuidad. Sí. Santo Tomás y el tomismo requieren de una hermenéutica de la continuidad. Y la continuidad se la da no sólo la razón, y no sólo la fe, sino la fe vivida en un carisma familiar dentro de la Iglesia, como es el de la orden de los predicadores, en la que santo Tomás profesó con tanta decisión salvando innumerables obstáculos, a la que entregó su vida, en la que vivió feliz y en la que su memoria, su obra y su magisterio ha sido a lo largo de los siglos y en la actualidad custodiado y actualizado. Por eso, P. José Manuel Alcacer, es una gran alegría haber escuchado su lección, con todos los acompañamientos propios del Padre Dominico, de hermano y, en cierto modo hijo, de santo Tomás. No es alegría menor haber aprendido tanto de su ciencia y de su bondad, pues le agradezco de todo corazón su generosa aceptación de una invitación hecha casi con el toque de familia que supone abusar de su capacidad de trabajo en poco tiempo. Como decía Jorge L. Borges, y cito libremente, «hay que tener mucho cuidado al elegir los enemigos, porque uno termina pareciéndose a ellos». Sigue a santo Tomás quien sigue lo esencial de su planteamiento: Entender la realidad entre la revelación de Dios al hombre y el retorno del hombre a Dios, movimiento en que la razón encuentra su mejor lugar y la fe realiza su servicio de potenciar la dignidad de lo humano como sólo Dios puede realizar con su gracia. Si, santo Tomás invita a mirar con profundidad la realidad con la mirada en sintonía con el corazón de Cristo, tal y como se nos da en la Eucaristía. Y con esa mirada, el tomismo es una permanente invitación para que la inteligencia y la libertad den lo mejor de sí mismas, es decir, servicio a la Verdad, servicio al Amor. Cuando la Iglesia tiene ojos para contemplar a Cristo eucarístico renovando incruentamente su sacrificio redentor por la salvación del género humano, cuando la Iglesia tiene corazón para amarlo de modo pleno, su misión en la Universidad genera esperanza para la humanidad. De esto es testimonio viviente santo Tomás. Y por eso cada año lo celebramos. Para que las fuentes de nuestra esperanza se vean renovadas. Y su biografía nos anima. ¿Queremos buscar una renovación de la mitología docente? Vemos a santo Tomás legando su Suma Teología como material didáctico más optimizado que lo que venía siendo el Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo. ¿Buscamos investigación básica? Miremos sus comentarios a los Analíticos Posteriores, la Física, la Metafísica, la Ética o la Política de Aristóteles. ¿Buscamos Investigación aplicada? Miremos su Summa Contra Gentiles, su Catena Áurea, su Tratado De regno, o sus Cuestiones Disputadas sobre la Verdad, especialmente en lo relativo al Maestro. Recorramos las aplicaciones prácticas de su descripción de las virtudes en la Suma. ¿Buscamos trasferencia de conocimiento? Leamos sus Escritos Catequéticos, sus Questiones quodlibetales… Disfrutemos con su liturgia para el día del Corpus Christi. ¿Queremos librarnos de la arrogancia o del orgullo intelectual? Leamos su biografía, y veamos al humilde siervo que leyendo en el libro de la Cruz considera vano cuanto ha escrito con su descomunal generosidad y capacidad de trabajo. ¡Cuánto puede el alma cristiana que se deja divinizar por efluvios del amor eucarístico! Este es santo Tomás. Y desde ahí castidad, pobreza, obediencia, templanza, fortaleza, prudencia, justicia, fe, esperanza y caridad… hábitos del buen vivir, que sólo podremos llegar a alcanzar si verdaderamente los deseamos, desconfiando de nuestras propias fuerzas y confiando plenamente en la gracia y en nuestra capacidad de colaborar con ella. Un año más, santo Tomás nos inspira lo mejor de nuestra Universidad. En nuestro horizonte inmediato desde el Rectorado y el Consejo de Gobierno os vamos a ir proponiendo nuevas pautas, prácticas y hábitos para mejorar en la docencia, en la investigación, en el servicio a la Iglesia y a la sociedad. Estamos convencidos que todo ello nos hará crecer como personas y como comunidad universitaria. Pero no tenemos la más mínima vacilación acerca de que nuestro mejor activo, nuestro mejor recurso, nuestro valor añadido, sois todos y cada uno de vosotros, amigos y amigas profesores y profesoras, amigos y amigas profesionales de la administración y los servicios. Y aun permitidme ser un poco más tomista: es el don que Dios ha puesto de modo singular e irrepetible en cada uno de vosotros y que sólo florecerá si tenéis la audacia de ponerlo al servicio de los demás. Por tanto, hoy pretendo elogiar sumarme al brillante elogio de santo Tomás que ha realizado el P. Alcacer fijándome, como hace unos días nos invitó Mons Esteban Escudero disertando sobre san Vicente Mártir, a ver cómo el Espíritu Santo trabaja en la Iglesia, trabajó en santo Tomás y trabaja en cada uno de nosotros. Tanto para los docentes como para los no docentes, entendemos que nuestra Universidad es una comunidad de personas libres que ejercitan su responsabilidad de modo creativo. Dicho de modo teológico, cada profesor, cada profesora tiene un don, un regalo del amor de Dios, para construir la comunidad. En la medida en que reconozca ese don es feliz y hace felices a los demás. Todo lo demás: calidad de la docencia y de la investigación, servicio a la Iglesia y a la sociedad, se hace desde ese don. Los medios, medios son. Lo verdaderamente creativo, es, querido profesor, querida profesora, querido profesional de la administración y los servicios, que me escucháis, poner ese don a trabajar, porque así se hace más grande. Sí. San Pablo nos exhorta a no entristecer el Espíritu. A no hacer de una tristeza un hábito que empañe nuestra capacidad de amar. Dándole vueltas a que esto es lo que os quería decir esta mañana, llevo meses pensando algo atrevido, que al menos desearía que fuera agradable: proponeros el ejemplo de un Director de Cine, Frank Capra. Pido disculpas por volver a usar una metáfora cinematográfica. De niño, como a lo mejor muchos de vosotros, sus películas me emocionaban. Salía del cine, o, mejor del comedor de casa de mis padres donde se encontraba la televisión, con ganas de ser mejor. Sí, con las películas de John Ford salía contento, con las de Capra, conmovido. Hace unos meses alguien me aconsejó: ya apenas haya nada que no hayas visto o que hayas leído sobre John Wayne o sobre John Ford. ¿Por qué no cambias? Le hice caso. Y cambié. Un centímetro. Me dediqué a Capra, cuya autobiografía está prologada por John Ford, y que prácticamente tenían una "troupe" común de fabulosos "ladrones de escenas". Y regresé sobre sus películas, alguna de las cuales no recordaba haber visto. Entre otras: "La locura del dólar", tan de actualidad hoy, porque plantea una situación de crisis bancaria sólo superada porque el director del banco había entablado lazos de amistad con unos clientes que no le fallaron en los peores momentos. "Dama por un día", cuyo remake fue la última película de Capra ("Un gangster para un milagro"), y que traslada la capacidad de trasformación que produce en las personas la decidida voluntad de hacer el bien a los demás, mediante el cuento de hadas en el que un gangster hace de una mendiga una gran señora, con la finalidad de que pueda casar a su hija con un noble español. "Sucedió una noche", en la que Claudette Colbert y Clark Gable muestran que la mayor fortuna es despreciar éxito y posición para vivir auténticamente el amor de esposos. "El secreto de vivir", en la que Gary Cooper hace de un rico heredero que es tomado por loco por querer repartir su fortuna entre proyectos empresariales de personas en dificultades, y acaba demostrando que la locura es la de quienes le califican así. "Horizontes perdidos", utopía escalofriante sobre la capacidad del amor cristiano para construir un mundo en paz, convocando las mejores energías espirituales de las tradiciones religiosas orientales. "Vive como quieras", alegato apasionado de la riqueza incomparable de cultivar el propio don personal para hacer felices a los demás, y de ser feliz contemplando los dones de los que nos rodean. "Caballero sin espada", donde Jimmy Stewart, boy scout convertido en senador, se juega su vida para que los ideales constitucionales del pueblo americano no se vean pervertidos por los intereses económicos inconfesables. "Juan Nadie", en el que un mendigo, otra vez Gary Cooper, es fraudulentamente presentado como líder espiritual por intereses periodísticos, pero la fuerza de su mensaje de "amor el prójimo" es capaz de superar el fraude y de hacer eco de la vida, muerte y resurrección de Cristo. "Arsénico por compasión", en la que la compasión sin inteligencia ni moral es desenmascarada en todo su potencial mortífero como un auténtica locura, poniendo en solfa los argumentos presuntamente bienintencionados a favor de la eutanasia. "El estado de la unión", en el que el amor fiel de una esposa es capaz de sobreponerse frente a los intentos de manipular políticamente a su marido para que llegue a la Casablanca. Y sobre todo "Qué bello es vivir" ("It’s a wonderful life"), que por haber caducado sin renovarse sus derechos de propiedad intelectual, acompañó la televisión navideña de casi todo el mundo durante muchos años. Su mensaje es claro y directo: todos tenemos un don que enriquece la vida de los demás, de la misma manera que somos enriquecidos por ella. Nadie está de sobra. Dios mismo vela por este tejido de amor en la vida humana. ¿Por qué conmueve el cine de Capra? ¿Por qué a muchos nos saltan las lágrimas o se nos hace un nudo en la garganta cuando Jimmy Stewart desea como loco Feliz Navidad a propios y extraños pero sobre todo a su mujer y sus hijos al final de "Qué bello es vivir"? ¿Es puro sentimentalismo carente de razón? En su meditación sobre el Via Crucis de 2005, el todavía cardenal Ratzinger predicó ante el Siervo de Dios Juan Pablo II, a pocos días de su tránsito al Padre: A esta visión del Vía crucis se contrapone una concepción meramente sentimental, de cuyos riesgos el Señor, en la VIII estación, advierte a las mujeres de Jerusalén que lloran por él. No basta el simple sentimiento; el Vía crucis debería ser una escuela de fe, de esa fe que por su propia naturaleza «actúa por la caridad» (Ga 5, 6). Lo cual no quiere decir que se deba excluir el sentimiento. Para los Padres de la Iglesia, una carencia básica de los paganos era precisamente su insensibilidad; por eso les recuerdan la visión de Ezequiel, el cual anuncia al pueblo de Israel la promesa de Dios, que quitaría de su carne el corazón de piedra y les daría un corazón de carne (cf. Ez 11, 19). El Vía crucis nos muestra un Dios que padece él mismo los sufrimientos de los hombres, y cuyo amor no permanece impasible y alejado, sino que viene a estar con nosotros, hasta su muerte en la cruz (cf. Flp 2, 8). El Dios que comparte nuestras amarguras, el Dios que se ha hecho hombre para llevar nuestra cruz, quiere transformar nuestro corazón de piedra y llamarnos a compartir también el sufrimiento de los demás; quiere darnos un «corazón de carne» que no sea insensible ante la desgracia ajena, sino que sienta compasión y nos lleve al amor que cura y socorre. Esto nos hace pensar de nuevo en la imagen de Jesús acerca del grano, que él mismo trasforma en la fórmula básica de la existencia cristiana: «El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25; cf. Mt 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; 17, 33: «El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará»). Así se explica también el significado de la frase que, en los Evangelios sinópticos, precede a estas palabras centrales de su mensaje: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mt 16, 24). Con todas estas expresiones, Jesús mismo ofrece la interpretación del Vía crucis, nos enseña cómo hemos de rezarlo y seguirlo: es el camino del perderse a sí mismo, es decir, el camino del amor verdadero. Él ha ido por delante en este camino, el que nos quiere enseñar la oración del Vía crucis. Volvemos así al grano de trigo, a la santísima Eucaristía, en la cual se hace continuamente presente entre nosotros el fruto de la muerte y resurrección de Jesús. En ella Jesús camina con nosotros, en cada momento de nuestra vida de hoy, como aquella vez con los discípulos de Emaús. Hasta aquí la cita, perdón por su extensión. ¿Es pertinente vincularla con Frank Capra? La apasionante lectura de su autobiografía "Frank Capra. El hombre delante del título" me despejó las dudas al respecto. No porque quiera proponer al director americano como un modelo, ni como un santo. No me siento legitimado para ello. También el espíritu crítico que nos acompaña a los universitarios me hace prudente en espera de que el demoledor Joseph McBride saque su biografía sobre Capra, en la que se anuncia que revisa y corrige algunos datos de su autobiografía muy criticables. Pero sí que estoy seguro que hay tres rasgos de la biografía de Capra que ayudan a entender su propuesta cinematográfica como mucho más que una mera apelación al sentimentalismo. 1º) En primer lugar, era un católico sincero, humilde, pero plenamente convencido del amor de Dios, de su misericordia y del papel crucial que juega en su vida, y con una marcada piedad eucarística, sin artificios, a pesar de su que su practica religiosa durante algún tiempo fue más bien discontinua: "en las misas de Navidad y Pascua… me deslizaba a la Iglesia católica para arrodillarme; para oler el incienso, oír cantar a los ángeles y verme elevado por encima de mis zapatos por la pasión y la resurrección de Cristo. Puede que te ocurra tan sólo una vez en un centenar de misas… pero ocurre. Regresar de la comunión con la hostia sobre tu lengua…, un ser insignificante. Te arrodillas, dejas caer la cabeza entre tus manos. Lentamente la maravilla de todo aquello te llena de alegría…, ¡la hostia que se disuelve en tu boca es la carne de Cristo! El sacerdote, la Iglesia, todas las cabezas inclinadas a tu alrededor, desaparecen. No oyes nada, no ves nada, no sientes nada. Tu mente se vacía de todo pensamiento, tu cuerpo es todo insustancia. Eres un espíritu inundado por una gloriosa Luz. Y de toda esta gloria brota una palabra que atraviesea tu espíritu: «¡Valor!» ¡Has atisbado la Eternidad! La Luz desaparece. Los pensamientos vuelven a tu mente; la sustancia regresa a tu cuerpo; las cabezas inclinadas alrededor se materializan. Oyes al sacerdote decir: «Id en paz. La misa ha terminado. Te marchas lleno de urgencia de gritarle a todo el mundo: «¡Valor, valor!»La urgencia hace que se pierdan otras urgencias más terrenales. Vuelves a las matemáticas y a tu rubia. El hombre no es un simple animal» En otros momentos su fe se manifiesta en la acción ante el fallecimiento de sus padres, de su hermano o de uno de sus hijos pequeños. E incluso como posicionamiento. Cuando le estaban proponiendo unos programas de divulgación científica, intenta zafarse para garantizar que no van a ir en contra de su fe: «Caballeros, no soy su hombre. Ustedes, caballeros, son científicos. Un hecho físico es su verdad, su Biblia, su disciplina. Bien, para mi un hecho físico es algo aburrido, a menos que …esté iluminado por un toque de lo Eterno. Así que entiendan, si yo hago un filme científico tendré que decir que la investigación científica es sólo otra expresión del Espíritu Santo que funciona en todos los hombres. Además, diré que la ciencia, esencialmente, no es más que otra faceta de la búsqueda de Dios por parte del hombre» Como los productores insistían, Capra continua: «supongo que no he acabado de llegar hasta ustedes. ¡No sólo soy religioso, soy católico! … Y no sólo un buen católico, no sólo uno que modela sus acciones según los verbotens de papas, obispos y sacerdotes. Soy peor. Soy un católico en espíritu; uno que cree firmemente que los antimorales, los fanáticos intelectuales y las Mafias del mal pueden destruir religiones, pero nunca conquistarán la cruz. ¿Me comprenden?» Ninguna de estas confesiones ni las siguientes desanimaron a los promotores, y Capra pudo desarrollar estas películas según lo que el entendía sobre su sentido católico. Digo que era sinceramente católico. Pero para estudios más profundos dejo averiguar el grado de coincidencia plena con la fe objetiva que enseña la Iglesia. Sólo puedo mostrar hoy lo que me parece es un testimonio de sinceridad y valentía. 2º) En segundo lugar, Capra era un universitario convencido, y un investigador científico creativo. Pero sobre todo amaba el cine, y toda la complejidad empresarial que el séptimo arte conlleva. Suyo es el eslogan de "un hombre, una película" desde el que reclama el papel central de los directores para que el cine sea arte. Sus tesis no triunfaron nunca del todo, y en el cine americano su propuesta tan sólo fue un breve interludio entre "el cine de los grandes productores" y el "cine de las grandes estrellas". Pero estaba plenamente persuadido del concentrado de cultura que se produce en el séptimo arte, incluida su dimensión de producto empresarial que debe optimizar la gestión de los recursos. En presencia del Director General de Política Científica, destacaré que Frank Capra, formado en la Universidad como Ingeniero, llego a desarrollar un Instituto de Investigación y Desarrollo, que patentó algunos hallazgos con respecto a lentes y cámaras. Pero la falta de apoyo social para esta actividad la hizo tan sólo una aventura pasajera. 3º) Finalmente, el macarroni Capra (como se refería a él el productoir Harry Cohn por sus orígenes italianos) estaba convencido de que tenía una misión humana que cumplir con el cine. Aunque nunca empleó esta expresión, que yo sepa, probablemente buscaba evangelizar, hacer a las personas mejores buscando en su interior a Dios. Lo dice en muchos pasajes de su Autobiografía, pero me voy a quedar con lo que sostiene que le llevó a realizar "Qué bello es vivir". «Las catastróficas consecuencias de la guerra –hambre, enfermedad, desesperación- alimentaban remordientes dudas en el hombre. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué mi esposa y mis hijos tienen que saltar en pedazos? ¿Dónde está Dios ahora? ¿Por qué debo morirme de hambre? ¡Por qué pueblos enteros pasan hambre mientras los gordos soldados norteamericanos nos ofrecen chicles y violan a nuestras mujeres? ¿Por qué? ¿Por qué? "Porque –estaban empezando a decir los secuaces del Gran Hermano en filmes y libros-, porque, hombrecito, por ti mismo no puedes hacer nada para protegerte de los gordos explotadores. Piensa. Te tienen cogido. No hay Dios, ni libertad, ni democracia. Todo son mentiras. Mentiras que ocasionan guerras. Al infierno con Dios y madre y tus semejantes. Ven al Gran Hermano. Él te alimentará y te protegerá y te dará la paz". El viejo canto de sirena de los dictadores: "Alimentarte, protegerte, darte paz". Lo mismo que dice cualquier guardián de una prisión. No. Mis filmes explorarán el corazón no con lógica, sino con compasión. "El corazón tiene sus razones que la razón no conoce" escribió Blaise Pascal, el científico francés. Me ocuparé de las dudas del hombre insignificante, de sus maldiciones, de su pérdida de fe en sí mismo, en su semejante, en su Dios. Y mostraré la superación de las dudas, la valerosa renovación de la fe, y la convicción final de que puede y debe sobrevivir por sí mismo y seguir siendo libre. Porque el único auténtico revolucionario es el hombre libre, y la revolución es libertad y la libertad es revolución. Y recordaré al hombre insignificante que su misión en la tierra es avanzar espiritualmente, que rendir su espíritu libre al campo de concentración del Gran Hermano es un paso hacia atrás hacia la jungla. Como cineasta defenderé al hombre, lucharé por sus causas, protestaré de la degradación de su dignidad, espíritu, divinidad. Porque, sea santo o pecador, rico o pobre, cobarde o héroe, negro o blanco, cobarde o retrasado, inválido o saltador de pértiga; sea cojo, lisiado o ciego, todos son uno con su Creador. Si palmeas la cabeza de un niño, estás palmeando a Dios; si matas a un hombre, estás asesinado la Divinidad. Y, finalmente, mis filmes deben permitir que todo hombre, mujer y niño sepa que Dios le quiere, y que los quiero, y que la paz y la salvación se convertirán en una realidad solamente cuando todos aprendan a amarse los unos a los otros.» Queridos compañeros, hoy quiero deciros, con sencilla convicción de testigo, que me parece que el Espíritu que movió a Santo Tomás, y que Frank Capra quiso que le moviera y se expresara en sus películas, está presente en muchas ocasiones en vida de nuestra Universidad. Os miro y veo compañeros y compañeras y muchas veces creo ver en vosotros que ponéis vuestras vida en juego, dejando que el Espíritu remedie vuestra debilidad y os permita amar más a Jesucristo, servir a la Universidad, y construir una sociedad más humana y más de Dios. Recuerdo agradecido muchos momentos de alegría en los que habéis planteado proyectos e iniciativas que han hecho crecer nuestra UCV San Vicente Mártir; considero también con esperanza momentos difíciles que hemos superado juntos; gozo adivinando tanto bien oculto que hacéis y que mis ojos limitados no llegan a ver. También hay entre nosotros algunos que viven entristecidos, pero que nos hacen el impagable servicio de aumentar nuestra paciencia y no olvidar nunca la humildad, pues a veces ese entristecido que mortifica a los demás es uno mismo, aunque no lo desee ni lo advierta. Hoy esa mirada llena de confianza y gratitud se dirige de un modo singular a quienes os habéis revestido como nuevos doctores de la Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir", a los doctores que habéis recibido la medalla de incorporación al claustro, a los que habéis recibido las insignias de fidelidad en la permanencia en nuestra Universidad y en las instituciones que han dado lugar a la misma. A todos vosotros os propongo la receta infalible del triple amor que hace felices nuestras vidas: amor a Jesucristo, amor al trabajo en nuestra Universidad y amor al prójimo en forma de servicio comprometido por el bien común, por los que más lo necesitan, especialmente hoy, por los que ven amenazadas sus vidas por su indefensión, discapacidad o pequeñez. El amor nos hace fuertes para superar múltiples adversidades. No promete facilidad ni comodidades. Sólo la energía interior necesaria para no dejar nunca de avanzar en el camino de regreso hacia las manos del Padre, en Cristo y por el Espíritu. El día de santo Tomás de Aquino es una fiesta que culmina el ciclo celebrativo de nuestros patronos y protectores celestiales, que comenzamos en diciembre con la novena de la Inmaculada y que continuamos celebrando a san Vicente Mártir. Capra prefería la comedia a la tragedia, porque en esta última el mal tiene la última palabra, mientras que la comedia hace eco de un final feliz. Y el final feliz es lo verdadero, lo que recogen los Evangelios. Tras el Viernes Santo vino la luz de la Resurrección. Por eso la Iglesia es el Pueblo de la Esperanza. Por esto, esta Universidad, cada uno de nosotros, está diariamente invitado a formar parte de esta incontenible alegría. Muchas gracias.