Alumnos, profesores y egresados atienden a cerca de 1.700 personas en su misión sanitaria en Kenia
Cooperación Universitaria al Desarrollo
Un equipo de voluntarios de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha completado una misión de cooperación internacional centrada en la atención primaria y la nutrición infantil en Kilulu, ubicado en el condado de Kilifi, al este de Kenia. La iniciativa, desarrollada en colaboración con entidades y agentes locales, ha permitido ofrecer asistencia sanitaria en ocho poblados y colegios de la región, donde han atendido a cerca de 1.700 personas, tanto niños como adultos, durante las dos semanas de intervención.
En el proyecto, promovido por el Servicio de Cooperación Universitaria al Desarrollo del Vicerrectorado de Estudiantes y Vida Universitaria de la UCV, han participado la profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, Alexandra Celi; las estudiantes de sexto de Medicina, Anabel Ivars y Leyre García; y los alumnos egresados de Enfermería, Noemí Miralles y Luis García. Gracias a su labor, el grupo de cooperantes ha podido atender a alrededor de 1.500 personas sin acceso a atención primaria, además de a 174 niños menores de cinco años y a 12 mujeres embarazadas, que han sido evaluados dentro de un estudio nutricional personalizado.
El equipo desplazado desarrolló su labor en la Misión de Kilulu y en diversas comunidades del entorno, entre ellas las aldeas de Baricho y Kaskini, el Centro Masái para Jóvenes, y las escuelas primarias de Shakadulo, Gandini, Ulaya y Balaga. En estos enclaves, el personal sanitario ofreció atención médica básica a niños, mujeres y personas mayores, atendiendo principalmente casos de enfermedades infecciosas, afecciones respiratorias, parasitosis intestinales y problemas dermatológicos. Para identificar estas dolencias, los profesionales de la UCV realizaron una recogida sistemática de datos mediante anamnesis y exploración física, lo que permitió establecer tratamientos individualizados y adaptados a las necesidades de cada paciente.
Entre las patologías más frecuentes en la población pediátrica, los voluntarios atendieron la tiña, el catarro común y las infestaciones por parásitos intestinales. En mujeres, las afecciones más recurrentes fueron las infecciones urinarias, mientras que, en la población adulta en general, los cooperantes observaron una elevada prevalencia de hipertensión arterial, “agravada por la falta de acceso continuado a medicación”, han aclarado. Asimismo, fueron habituales los casos de diarrea y deshidratación “asociados a la escasez de agua potable y a las deficientes condiciones higiénicas”, así como numerosos problemas osteomusculares y cuadros de dolor crónico “derivados de la limitada asistencia sanitaria”. También trataron diversas enfermedades de transmisión sexual, algunas ya diagnosticadas previamente y otras identificadas durante la intervención.
En este marco, los cooperantes de la UCV han expresado que “los objetivos del proyecto se superaron con creces, tanto por el elevado número de pacientes atendidos como por la gran acogida y colaboración de la población local”. No obstante, han advertido sobre “la necesidad de reforzar los recursos sanitarios disponibles”, ya que durante la intervención se toparon con patologías para las que no contaban con los medios adecuados, como problemas de visión, hernias o afecciones que requerían atención quirúrgica.
Acompañamiento nutricional a madres y niños
Por otro lado, durante su estancia en Kenia, el equipo desarrolló la vertiente del proyecto centrada en la nutrición infantil, cuyo objetivo, según ha explicado Alexandra Celi, “fue evaluar el estado nutricional de la población menor de cinco años y ofrecer asesoramiento alimentario a sus madres o cuidadores”. La profesora de la UCV ha detallado que “cada jornada llevábamos a cabo mediciones antropométricas, sesiones de consejería nutricional, suplementación con vitaminas y minerales y acciones de desparasitación”.
Asimismo, Celi ha señalado que “se recopiló información sobre las prácticas locales de alimentación y lactancia materna, lo que evidenció la necesidad de seguir trabajando en estas comunidades”. Todo ello, ha subrayado, “fue posible gracias a la excelente acogida y colaboración del equipo local, que facilitó traductores, apoyo logístico y una guía esencial para comprender el contexto y llevar a cabo las actividades previstas”.
En cuanto a futuras líneas de trabajo, la profesora ha apuntado que “en Baricho tuvimos la oportunidad de reunirnos con la investigadora del Kenya Medical Research Institute, Nancy Mbae”, con el propósito de “desarrollar conjuntamente una iniciativa dirigida a madres de menores de dos años para mejorar el estado nutricional de esta población”.
Medicina desde un enfoque humano
Respecto a su experiencia en este viaje de cooperación, Anabel Ivars ha resaltado que la estancia en Kenia ha sido “tan humana como inolvidable”. Ha manifestado que desde el primer día se sintieron “profundamente cerca de la comunidad local, con la que compartimos juegos con los más pequeños, conversaciones con los mayores y hasta nuestras primeras palabras en suajili”. Según ha recordado, “cada jornada se llenaba de risas, buena energía y de esa sensación de estar exactamente donde debíamos estar”. Para la estudiante de Medicina, este voluntariado ha supuesto no solo un crecimiento personal, sino también profesional: “Volvimos con una mirada más amplia, entendiendo la medicina desde un enfoque todavía más humano y con el corazón lleno de gratitud por todo lo vivido”.
Por su parte, Leyre García ha incidido en que estas dos semanas en Kenia han significado una oportunidad de “ver la profesión desde un punto de vista mucho más humano”. Así, ha puesto de relieve que la estancia les ha permitido aprender, enfrentarse a situaciones nuevas y poner en práctica los conocimientos adquiridos durante la carrera, entendiendo la medicina “de una forma más cercana y adaptada a cada realidad”. Cada jornada, ha explicado, "terminaba con el cansancio de haber dado todo, pero también con el corazón lleno por lo recibido: historias, aprendizajes y una conexión humana profunda”, una vivencia que ha reafirmado su vocación de “acompañar a cada paciente con respeto y empatía”.
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