Reflexiones sobre la pandemia del COVID-19

Cátedra de la Caridad Santo Tomás de Villanueva

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Reflexiones sobre la pandemia del COVID-19

José Tena Medialdea | 29 enero 2021

Reflexiones sobre la pandemia del COVID-19

Durante estos meses que llevamos de pandemia debido a presencia descontrolada  del COVID-19 entre nosotros, somos muchos y muchas las veces, que hemos reflexionado sobre todo lo que rodea esta desagradable situación: ¿cómo vamos a salir de esto? ¿quién es responsable de que hayamos llegado aquí? ¿será posible que algo tan pequeño, que ni tan siquiera la biología contempla realmente como ser vivo, pueda poner en jaque a toda la humanidad? ¿cómo lo llevarán mis familiares? ¿cómo será el futuro de mis hijos? ¿está la clase política a la altura de un reto como este? .... En fin, es un tema que nos ha tocado a todos y que sin duda nos ha interpelado desde muchas dimensiones de nuestra vida: la familiar, la social, la económica, espiritual, etc.

Desde estas líneas, me gustaría poder plasmar algunos de mis pensamientos y reflexiones partiendo de mi faceta como humilde científico marino y entendiendo que sin duda, aquello que yo puedo ofrecer puede ser catalogado como poco trascendente en esta temática, o no, al menos si lo comparamos con el sublime avance que es el descubrir una vacuna efectiva.

Es evidente que la humanidad confía en los avances en el conocimiento científico para defendernos mejor ante estas nuevas pandemias, así se refleja por ejemplo en la Declaración conjunta de las Pontificias Academias de las Ciencias y Ciencias Sociales[1] y es en momentos como estos, cuando nos damos cuenta que no siempre la ciencia está entre nuestras prioridades, especialmente de financiación y se suplica un fortalecimiento de la misma para aumentar las posibilidades de éxito frente a este tipo de amenazas. Todo esto es muy  deseable, pero al mismo tiempo es triste pensar que cuando todo esto del COVID-19 pase, este apoyo puede dejar de ser prioritario. No es menos triste que la solución a estos problemas globales, requiere que los científicos ante todo, seamos capaces de compartir altruistamente nuestros avances y converger al bien común que todos deberíamos converger, independientemente de credos, razas o para quien trabajemos. Probablemente todos buscamos lo mismo, preservar la creación y a nosotros mismos como parte de ella.

Es terrible la cifra de fallecidos por COVID-19 en el mundo y es algo contra lo que debemos luchar, pero no debemos dejarnos llevar por la cercanía que sentimos de la amenaza y olvidar por ejemplo, que el principal problema ecológico que asola el planeta y lamentablemente sigue aportando elevadísimas mortandades, sigue siendo el hambre y que no por esta nueva crisis que nos acecha esto ha desaparecido. Momentos como estos son ideales para reflexionar sobre la fundamentación de la investigación y las bases antropológicas que la sostienen, sobre el trasfondo filosófico que da verdadero sentido a la ciencia. Como von Braun, Zamagni y Sanchez-Sorondo[2] proponen, es el momento de ver a los pobres y como otras crisis mundiales importantes, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, se exigen respuestas globales cooperativas que no excluyan a los pobres.

Así pues, en la actualidad y como biólogo marino, junto a un grupo de investigadores estamos estudiando la biodegradabilidad en el medio marino de mascarillas para protegernos del COVID-19, quizás no sea la principal aportación para paliar esta crisis mundial, pero humildemente entiendo que con ello contribuimos a seguir pensando que nuestros mares y océanos son fuente de vida y la base para muchas poblaciones y por tanto es importante seguir protegiéndolos. No parece adecuado obviar los peligros que afloran cuando dirigimos los avances científicos de manera precipitada hacia un único objetivo y se pierde la perspectiva global de los problemas que debe resolver la ciencia. Así pues, por poner un ejemplo, algunos científicos ya advierten de la excesiva presión que sufren las poblaciones salvajes de Limulus polyphemus (cangrejo cacerola). El Lisado de Amebocitos (LAL) que se extrae de su sangre es hoy en día un recurso fundamental en la fabricación de vacunas, por lo que algunos grupos ya están buscando alternativas en su cultivo para evitar el problema ecológico que se deriva de su explotación en el medio natural[3]. No debemos olvidar que esta especie también es importante como parte del ecosistema marino y por tanto no debemos tapar un agujero generando otro, desajustar el ciclo de la naturaleza nunca ha sido aconsejable. Confío que esta crisis nos ayude a todos a ser mejores científicos y personas, y que no olvidemos que somos parte de los ecosistemas a la vez que custodios de este gran don que es la naturaleza y su biodiversidad.

 

 

 

[1] Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales: Respuesta a la pandemia, lecciones para el futuro y prioridades cambiantes.

[2] Joachim von Braun ,Stefano Zamagni ,Marcelo Sánchez Sorondo. 2020. El momento de ver a los pobres. Science 17 de abril de 2020: Vol. 368, número 6488, págs.214.

[3] Tinker-Kulberg R, Dellinger K, Brady TE, Robertson L, Levy JH, Abood SK, LaDuca FM, Kepley CL and Dellinger AL (2020) Horseshoe Crab Aquaculture as a Sustainable Endotoxin Testing Source. Front. Mar. Sci. 7:153. doi: 10.3389/fmars.2020.00153

 

 

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