La pérdida de un hijo es sin duda una de las experiencias más traumáticas que una persona puede atravesar. Este tipo de pérdida desafía al ciclo vital, es incomprensible, y más aún en una sociedad que vive totalmente de espaldas a la muerte. La muerte, ya de por si un tabú, cuando se refiere a la muerte de un hijo es cuando adquiere la mayor capacidad para no solo resultar traumática, si no para ser silenciada con todavía más fuerza. Muerte e hijo son dos palabras que cuando se presentan juntas, no comprendemos a nivel racional. Esto se debe en gran medida al hecho que desde pequeños nos enseñan a funcionar y a entender las cosas de la lógica, y estas muertes, escapan de todo lo que logramos entender.

Es por esto, por lo que cuando un hijo fallece, los padres no sólo tienen que hacer frente a un duelo que nunca habrían imaginado, pero también a una sociedad que no logra entenderles ni acompañarlos.

A esto se le suma la escasez de intervenciones que existen hoy en día para el acompañamiento del duelo parental. Se ha observado que el trabajo en este campo no solamente es extremadamente insuficiente, pero desordenado, impidiéndonos comprobar qué funciona y qué no funciona en el acompañamiento de estos padres.

Como se puede observar, nuestra sociedad actual sumada a las limitadas intervenciones e investigaciones, ponen de manifiesto lo crucial que resulta no solo como profesionales, sino como población acompañar a los padres que sufren la pérdida de un hijo.

Y es que a lo largo de diversos estudios se demuestra que son una población con un alto riesgo de desarrollar lo que se conoce como duelo complicado. Y, más aún, se ha comprobado como las intervenciones que acompañan a estos padres en este momento de pérdida, consiguen, en la gran parte, reducir la sintomatología adversa de dicho duelo.

Vemos pues, que son muchos los obstáculos a los que estos padres se enfrentan, obstáculos sociales, culturales, de salud y de acceso a terapias eficaces. Es por esto por lo que es necesario que como profesionales trabajemos para poder brindarles el apoyo necesario en un momento vital tan doloroso, y que, de esta forma, intentemos hacer de su experiencia no sólo una menos devastadora si no una con sentido.

Lucía Pelacho es prsicóloga general sanitaria en Unidades de Psicología UCV.