Sobre la libertad (Sara Gallardo, Paraula)

Sobre la libertad (Sara Gallardo, Paraula)

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La noción de autonomía en el ámbito de la bioética se propone como uno de los principios de la propuesta pionera del principialismo.

El contexto en que surge es el de una ruptura de la alianza terapéutica: existe una desconfianza hacia el médico y el principio de autonomía es formulado como un mecanismo de protección del paciente frente a él. Al hablar de autonomía conviene no olvidar el origen de esta propuesta.

En una revisión crítica del principialismo, María Luisa di Pietro observaba hace años que una de las objeciones que cabe hacer al principio de autonomía es que no tienen en cuenta el impacto que la enfermedad produce en el paciente y en su capacidad de ejercicio de la autonomía (cf. Bioetica e famiglia, 2008). Dicho de otro modo, el problema de este principio procede de su despersonalización.

Noción personalista de libertad

La idea de que mi libertad termina donde empieza la del otro es la visión del liberalismo. Se trata de una “concepción perversa de la libertad” (Juan Pablo II, Evangelium vitae 18-20). Deja al hombre en la soledad de su intimidad y concibe las relaciones humanas como constante conflicto de intereses, incapaz de llenar al hombre, que se ve al borde del nihilismo.

Se trata de una noción que se define sólo en sentido negativo, como ausencia de coacciones u obstáculos. Es una libertad concedida, no desarrollada, cuyo crecimiento depende de elementos exteriores. Si se entiende sólo en este sentido, como a menudo es el caso, perderemos la motivación para hacer nada. “Podría llegar a tener muchas posibilidades y carecer del menor impulso para realizar nada”(Melina, Granados, Pérez-Soba, Caminar a la luz del amor, 421).

En contraste con lo anterior, el concepto personalista de libertad nos muestra que esta es relacional y al mismo tiempo dinámica, pues reconoce un proceso en el que se desarrolla un diálogo de libertades: mi existencia está marcada por la decisión de darme la vida de otras personas. Este don hace posible el “despertar” de mi libertad, en el que la presencia de otra persona es de importancia fundamental.

En esa experiencia advertimos que la primera motivación humana para actuar viene en forma de llamada. En definitiva, así como la presencia de otras personas en mi vida son el origen del despertar de mi libertad, así son también el camino de desarrollo de mi libertad.

Una última idea podemos concluir de la visión personalista de la libertad: como la persona no puede desvincularse de sus actos, una consecuencia de ello es que no sólo elegimos qué hacemos, cómo tratamos al paciente por ejemplo, sino que, fundamentalmente elegimos en qué tipo de persona me voy a convertir haciendo esto o aquello.

Sara Gallardo González es profesora de Filosofía en la Universidad Católica de Ávila.

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