Intercambio educativo de filosofía por 'valores' (Sara Martínez Mares, Paraula)

Intercambio educativo de filosofía por 'valores' (Sara Martínez Mares, Paraula)

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La alarma de la retirada de la filosofía de los planes de estudios debió sonar hace ya bastante tiempo. Esta lleva muchos años en el punto de mira en la medida en que enseña a pensar de una manera analítica y argumental. Pero también lo hacen, junto con ella, a través de un camino diferente, las artes, la literatura y la historia. Respecto a esta última, el jaque a la educación básica, no sabemos si mate, viene por una jugada inesperada: vaciar a la historia de su esencia es de jaral educando sin conoce r el pasado. Algo que tiene gran similitud con la idea de Un mundo feliz, de Huxley: la historia es antigua, por eso, en este mundo nuevo no tiene cabida. También muestra Orwell al Partido de su sociedad hipervigilada en 1984 como aquél que se apropia de la historia: “El que controla el pasado controla también el futuro. El que controla el presente controla el pasado”.

En la Comunidad Valenciana la filosofía llevaba ya desaparecida un tiempo como optativa de oferta obligatoria. Ahora la nueva asignatura ‘Valores cívicos y éticos’ se hace obligatoria y el planteamiento de algunos objetivos sigue siendo, al menos en papel, de alcance filosófico. Por ejemplo, se nos dice en la presentación que “no es posible un ejercicio activo y responsable de la ciudadanía democrática sin un compromiso ético personal, libre y fundamentado con determinados principios y valores. De ahí la necesidad de que toda educación cívica o en valores esté tras pasada por ese ejercicio reflexivo y crítico sobre la moral individual y colectiva que representa la ética filosófica.

Ahora bien, ¿qué está en función de qué? ¿El pensamiento reflexivo da lugar a afianzarse en ciertos valores, o es la adopción previa de ciertos valores lo que te otorga la calidad de pensador reflexivo? Si se hace una lectura detenida del Real Decreto, llama la atención el excesivo énfasis depositado en ciertas actitudes que debe adquirir el alumnado y no sólo en esta asignatura. A modo de ilustración, la palabra “educación”, sobre lo que versa el documento, aparece un total de 232 veces, cosa que contrasta con el elevado número de veces (210) que aparecen las palabras “sostenible” y “sostenibilidad”. Al hilo de este nuevo valor, el bloque II de la asignatura se centra en las actitudes del ejercicio de la ciudadanía democrática y global que asuma los retos del siglo XXI y que, según el documento, “comienza en torno a la vida escolar”. El tercer bloque está centrado en promover “hábitos y acciones cotidianas que contribuyan al logro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible” de la ONU. Los valores ya están servidos. No hay lugar para pensar críticamente; aunque los sinónimos de “pensamiento/reflexión crítica” aparezcan un total de 165 veces en el Real Decreto.

No muchas personas cuestionan el ‘status quo’ de que la escuela deba enseñar soluciones y actitudes elaboradas por el mundo adulto en el espacio político frente a un determinado problema que algunos ven con más gravedad/ relevancia que otros. Pensar que esto es obvio nos lleva a estar de acuerdo con la redefinición de “currículum” que ha tenido lugar con esta nueva ley siguiendo las directrices de un documento de la UNESCO. Ahora es dinámico, no se queda sólo en la etapa escolar ya que se necesitan aprendizajes para toda la vida: “En el siglo XXI lo único constan te es el cambio. La cuarta revolución industrial ha sido reconocida como un acelerador formidable hacia la velocidad y la complejidad del cambio en el siglo XX I. (...) Los currículums deben liderar este cambio y ser parte de los disruptores constructivos.

Estamos todavía en el primer cuarto de siglo XXI pero parece que el oráculo ya nos ha adelantado la descripción histórica del siglo, qué cambios suceden y qué tenemos que hacer –consulten el documento El Futuro de los empleos, del Foro Económico Mundial, sobre cómo será la revolución 4.0 de la industria, con su pequeño guiño a la educación que, dividida en ciencias y humanidades y con tendencia a lo universitario , se considera un obstáculo para rehabilitar a la gente en sus próximos nuevos puestos de trabajo ; también se comprenderá el énfasis depositado en las competencias digitales. Y este fórum, liderado por algunos gurús de la economía mundial ha decidido ya qué valores son los del nuevo decálogo. Desde luego, no les interesa Cervantes ni Calderón para “activar” aprendizajes ante estos nuevos reto s, ni las Leyes de Valladolid ni la resistencia numantina.

Ahora bien, ¿quién es el alumno en quien se quiere cultivar actitudes de ciudadanía global? Es un niño, un menor, todavía no capacitado para salir a la luz de lo público y que necesita de la especial protección y el afecto que merecen las actividades dedicadas a la vida. La tentación totalitaria de manipular el currículum queda desvelada en las palabras de Hanna Arendt cuando advierte que todas las utopías políticas que quieren producir nuevas condiciones empiezan con los niños, con los que son nuevos en este mundo ya viejo. “Con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra en el mundo”. Y por eso, “nuestra esperanza siempre está en lo nuevo que trae cada generación; pero precisamente porque podemos basar nuestra esperanza tan sólo en esto, lo destruiríamos todo si tratáramos de controlar de ese modo a los nuevos, a quienes nosotros, los viejos, les hemos dicho cómo deben ser”.

Sara Martínez Mares

Profesora

Universidad Católica de Valencia

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