La Historia, en la encrucijada (Carlos Martínez Herrer, Paraula)

La Historia, en la encrucijada (Carlos Martínez Herrer, Paraula)

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Pensando en la publicación del Real Decreto que regula las enseñanzas mínimas en la ESO y, como docente, me ha venido a la memoria un artículo que publicó D. Antonio Cañizares, en mayo del año pasado, en el periódico La Razón, titulado ‘España en la encrucijada’. Allí escribía D. Antonio: “Es evidente que no puedo ni debo situarme ante la historia más que con la objetividad y verdad, con el respeto casi sagrado que reclaman los hechos acaecidos, que ni son inventados por mí, ni son disponibles a mi arbitrio; es decir, como el guía del que nos habla Eugenio D’Ors que, ante los monumentos que enseña al visitador, se limita a señalar con el dedo y decir: Ahí está”. La reforma educativa, que empezará a aplicarse el 1 de septiembre del presente año, organiza los contenidos de la asignatura de Historia, no en períodos históricos, o cronológicos, sino en “saberes básicos” que deben adquirirlos alumnos.

Ni Colón ni Isabel la Católica


De estos saberes, sin embargo, desaparecen los hechos acaecidos: ya no hay grandes momentos ni grandes personajes: no hay descubrimiento de América, ni Cristóbal Colón; no hay Reconquista, ni Isabel la Católica. El saber básico que quiere el Gobierno que aprendan los alumnos son los “Viajes, descubrimientos y sistemas de intercambio en la formación de una economía mundial. La disputa por la hegemonía y la geopolítica en el nacimiento y evolución de la Modernidad”. No hay tampoco Paleolítico y Neolítico, Edad del Hierro y Edad del Bronce, íberos y cartagineses. El nuevo saber básico del Gobierno es el “Análisis interdisciplinar del origen del ser humano y del nacimiento de la sociedad. Grandes migraciones humanas y nacimiento de las primeras culturas”.

¿Dónde quedan los hechos acaecidos en estos saberes básicos? ¿Dónde los relatos que han construido nuestra identidad histórica, a partir de los que podemos hacer un análisis interpretativo de la realidad, objetivo final de la reforma?

No voy a analizar la ignorancia que contiene el Real Decreto en los estilos cognitivos ni en la psicología del desarrollo del adolescente: parece evidente que prefieren las estrategias de aprendizaje directas, concretas y factuales; y no estrategias de aprendizaje abstrusas, farragosas, interpretativas y, en definitiva, manipulables. Me centraré solo en los contenidos de la disciplina.

Sorprenden algunos saberes básicos de la asignatura, como “Igualdad de género. Manifestaciones y conductas no sexistas”, o “Las emociones y el contexto cultural. La perspectiva histórica del componente emocional”. Introducir en el estudio de una asignatura la ideología (de género) o las emociones va contra la esencia del método científico, que parte objetivamente de los hechos -no disponibles al arbitrio de ideologías y emociones- en búsqueda de la verdad.

La reforma elimina, no solo la posibilidad de hacer un estudio cronológico de la historia, partiendo de la prehistoria y llegando al siglo XXI, lo que sería mucho más objetivo con el contenido científico que articular la materia a través de “saberes básicos”, también hay negación u ocultamiento o de la memoria histórica, la que ha marcado nuestra identidad, y que incluye un juicio negativo sobre el legado adquirido, especialmente el proveniente de la tradición cristiana.

Fíjense en este “saber básico” que pretende el Gobierno en los adolescentes:
“Las raíces clásicas de la cultura occidental. La construcción de las identidades culturales, de la idea de Europa y del eurocentrismo, a través del pensamiento y del arte. La influencia de las civilizaciones judía e islámica en la cultura europea”. ¿No falta en el contenido de este saber la tradición más importante en la construcción de la identidad europea?

En 27 cuadros del Museo del Prado aparece la figura de Jesús, el personaje más representado en la iconografía de la pinacoteca más importante del mundo, y en la historia del arte. El siguiente más representado en el Prado es la Virgen María. ¿Dónde queda nuestra tradición en los nuevos saberes básicos?

El cristianismo, un “accidente”
Fíjense en este otro saber que establece el Gobierno: “El papel de la religión en la organización social, la legitimización del poder y la formación de identidades: politeísmo, monoteísmo y el surgimiento de las grandes religiones. Herejías, persecuciones y guerras de religión”. Si antes se omitía la tradición cristiana en la formación de la identidad cultura y arte europeos, con este “saber básico” nuestros alumnos pensarán que la Iglesia es una institución legitimadora del poder; un accidente histórico al mismo nivel que otras religiones y cuya contribución a la historia universal han sido, única y exclusivamente, las herejías, persecuciones y guerras de religión.

En resumen, en la reforma educativa subyace un “proyecto” de Historia voluntarista y subjetivo contra nosotros, contra nuestra identidad, contra nuestra cultura, contra el hombre mismo.

Carlos Martínez Herrer
Profesor
Facultad de Magisterio y Cc. de la Educación

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