Vida, mujer y conciliación (Carmen Mateu, Paraula)

Vida, mujer y conciliación (Carmen Mateu, Paraula)

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Comienzo mi artículo con una declaración de intenciones: desde el plano profesional debemos volver a destacar el valor de la maternidad. Si nuestra sociedad le diera importancia real a ésta no nos tendríamos que plantear tanta medida ni política de conciliación, ni qué decir de las políticas de igualdad, que en realidad están consiguiendo verdaderas desigualdades y discriminaciones por un hecho muy sencillo: la desigualdad no siempre es discriminación.

¿Es igual que un hombre tenga el mismo permiso que una mujer tras un embarazo de nueve meses y un parto? ¿por qué una mujer no puede postularse para un ascenso cuando es madre? ¿incluso se plantea su despido en la empresa? Es necesario que cada uno de nosotros profundice en el valor de la maternidad y actuemos en consecuencia, priorizándola sobre el resto de aspectos de la vida.

El padre no sólo debe asumir un compromiso con la maternidad, sino también un compromiso con el respeto a la maternidad de las mujeres que trabajan con él, o para él. En la medida que respete, facilite y proteja la maternidad de sus compañeras o empleadas, será digno de llamarse padre en el sentido amplio del término. No podemos seguir mirando a otro lado cuando compartimos mesa de trabajo con compañeras que dejamos en el camino por sus embarazos, tenemos que seguir siendo coherentes con la maternidad.

La maternidad es una aportación gratuita, pero supone una medida económica en el sentido de que implica elecciones que tienen costes de oportunidad: tener hijos y criarlos, por ejemplo. Los hijos son un bien para la sociedad y, si hablamos en términos económicos, suponen un bien para las arcas futuras de la seguridad social que nos permitirán tener trabajadores que financien al Estado.

Todos hemos de estar al frente de la lucha cultural como laicos, cualesquiera que sean nuestros dones y donde sea que nos encontremos en el viaje de la vida; somos siempre testigos. Por eso tenemos un compromiso directo en la defensa el niño no nacido y no deseado.

Porque cuidarla conciliación familiar y laboral no es solo flexibilizar horarios, sino dar todas las garantías sociales y jurídicas para que la mujer pueda desarrollarse tanto personalmente como profesionalmente si esa es su decisión.

Por tanto, lo más importante es la elección; es decir, hay que poner todas las condiciones para que la mujer pueda decidir libremente si desea seguir trabajando fuera del hogar o hacerlo en el hogar por un tiempo limitado o no. La mujer-madre puede hacer una contribución peculiar si se la deja de tratar como a un hombre y se respetan sus tiempos, si se facilita la adaptación de sus obligaciones laborales a su particular condición maternal. De este modo, aunque los empleadores no vean en este enfoque más que problemas inmediatos, a largo plazo podrán comprobar que las mujeres, además de trabajar más a gusto y rendir más, al poder vivir su maternidad como corresponde, enriquecerán con su experiencia maternal la actividad laboral.

En estos momentos es más importante que nunca afirmar que el mundo laboral debe aprender a respetar el don de la maternidad. Tanto el ámbito del trabajo como el ámbito de la cultura necesitan del genio de la mujer para ser más acogedores, más ‘vivibles’, más ‘disfrutables’.

 

Carmen Mateu Villanueva

Investigadora

Observatorio de Bioética

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